Autor: Leonardo Oyola
Edita: Mondadori, Buenos Aires, 2014
La idea de la historia alternativa existe desde hace mucho tiempo en la literatura de ficción. Lo mismo que las versiones alternativas de los personajes que pueblan los universos de la Marvel y de la DC Comics, donde se han contado innumerables relatos contando qué hubiera pasado si los orígenes “canónicos” de los superhéroes variaran. ¿Qué pasaría si Batman apareciera a finales del siglo XIX en vez de la actualidad? ¿O si Superman fuera criado en la Unión Soviética? ¿O si el universo Marvel se desarrollara en la Inglaterra de Isabel I? ¿O si…?
Personalmente, creo que pocas de estas historias alternativas de los superhéroes están tan logradas como la variación que plantea esta novela, variación por cierto no reconocida oficialmente por la DC Comics, aunque los personajes se basan claramente en ese universo.
La premisa aquí es “¿Qué pasaría si Superman cayera en la década de 1970 y se criara en el Gran Buenos Aires, la zona de extrema pobreza y desprotección social que rodea la ciudad de Buenos Aires, en una villa de emergencia (chabola, población o como quieran llamarla)? ¿Qué pasaría si sus compañeros de la liga de la Justicia se criaran allí también? Respuesta: tenemos a Pinino (a) “Nafta Super”, el líder de una de las bandas más conocidas y respetadas de la zona Oeste. Una pandilla que se ha ganado a pulso su fama, respetando los códigos de la calle. Una pandilla enfrentada a la corrupta policía de la Provincia de Buenos Aires, que los va a cercar en un hospital al que han llevado a Pinino, malherido por un trozo de vidrio verde que le clavó arteramente su archirrival, el Pelado (jefe de otra banda y que tiene arreglos con la bonaerense). Un doctor de guardia y una enfermera veterana serán los testigos y destinatarios del relato de la vida de estos “super amigos” barriobajeros.
La novela de Oyola logra algo poco común en estas historias alternativas: escaparse de la visión moral del mundo norteamericano, un mundo donde, no importa el lugar o tiempo en que ocurra la historia, Superman es el paradigma de la Verdad, la justicia y La Forma Americana de Vida (traducción: democracia capitalista). Un Superman siempre puro e idealista. Y algo que NO ES Nafta Super. Es un tipo con códigos, pero diferentes a los habituales en su versión “oficial”. Para él (y sus amigos / colegas), matar no es reprobable, robar o secuestrar tampoco. Sí lo es matar, robar y secuestrar a ciertas personas y ciertos lugares. Hay códigos callejeros que se respetan y por eso se diferencian de sus rivales: justamente por respetar esos códigos.
Y también hay la sensación de crepúsculo del grupo: Super Nafta quiere abrirse y, si logra zafar de esta, abandonar esta vida. Ya son grandes (frisan casi todos los cuarenta) y quieren otra vida, una donde no se jueguen la vida en cada momento, todo por un poco de respeto.

Nafta Super y su banda de Super Amigos, en una escena de la película que se viene, basada en este libro
La historia también tiene momentos tragicómicos, como el secuestro de Carozo (un muñeco televisivo con el que crecimos los argentinos que, como yo, tienen 40 y tantos años) para cumplirle el “sueño del pibe” a Super Nafta. Las carcajadas que genera toda la secuencia oculta en el fondo una situación de profunda amargura y desigualdad social.
Eso sí, un problema para leer la novela fuera de Argentina es su localismo: entre giros de argot actual, referencias a suceso y lugares específicos del Gran Buenos Aires, de la historia argentina reciente y de la cultura popular (como, por ejemplo, Carozo o el mundillo de las “barras bravas” futboleras), un lector no argentino puede perderse la mitad de la gracia. Vamos, un argentino menor de 35 pirulos puede no entender varios chistes.
Aún así, no puedo dejar de recomendar esta novela lo suficiente. Como reconstrucción del género de superhéroes y su lectura desde una mirada NO norteamericana de íconos considerados profundamente yanquis, es impecable. Hay una versión cinematográfica en fase de posproducción mientras escribo estas líneas. Si es la cuarta parte de buena que la novela, va a ser un peliculón.