La sangre de los elfos (Krew elfów, 1994)
Autor: Andrzej Sapkowski
Colección: Geralt de Rivia 3
Edita: Alamut, Madrid, 2008
Tiempo de odio (Czas pogardy, 1995)
Autor: Andrzej Sapkowski
Colección: Geralt de Rivia 3
Edita: Alamut, Madrid, 2008
Bautismo de fuego (Chrzest ognia, 1996)
Autor: Andrzej Sapkowski
Colección: Geralt de Rivia 5
Edita: Alamut, Madrid, 2008
Generalmente no hago reseñas en conjunto de una serie de libros, pero es que los libros de la saga de Geralt de Rivia, nuestro brujo cazamonstruos favorito, (pueden ver siguiendo el link las reseñas del tomo 1 y el tomo 2 de ella) se venían acumulando. Considerando que todo el mundo decía que era a partir de este tercer tomo donde la saga levantaba el vuelo que hace que para muchos sea el más firme competidor de Juego de Tronos al título de historia de fantasía épica brutal, rosquera y sangrienta, no er cuestión de seguir demorándome.
Tras leer estos tres tomos, la pregunta a hacerse es ¿es tan así? ¿Merece esos elogios?
La respuesta es definitivamente afirmativa. No tiene el aliento coral del opus de George R.R. Martin, ese tipo que se decide a perseguir a tropecientos personajes en sus páginas con un detalle obsesivo y tiene mucho más de fantasía que esta (que puede que a algunos le pueda cargar). O séase, si en Juego de Tronos, la historia es básicamente una interna llena de runflas políticas donde la magia y las razas no humanas , aunque no brillan por su ausencia, son algo muy escaso (lo que lo debe hacer mucho más digerible para el lector de novela histórica mainstream), aquí las razas no humanas y la magia son algo cotidiano. De hecho, el trasfondo de todo lo que pasa es la desconfianza perpetua entre humanos y razas no humanas que conviven en una paz balcánica (o de Medio Oriente) que se balanceaba precariamente al final del segundo tomo y que, a partir del tercero, estalla en mil pedazos a partir de la invasión de los reinos del norte que hace el imperio de Nilfgaard. Al final del segundo volumen veíamos como el reino de Cintra caía y Geralt quedaba a cargo de la escapada (sin que nadie lo supiera) nieta de la reina Calanthe, Cirilla. Y con su amante Yennefer aparentemente muerta tras el combate con que el gremio de hechiceros enfrentaba a dicha invasión, deteniéndola.
Y acá es donde la cosa se pone buena.
Porque Cirilla es entrenada como bruja, teóricamente manteniéndose fuera de toda la intriga política, pero parece tener una profecía que la convierte en la Hija de la Antigua Sangre, una reencarnación de la poderosa elfa Falka que trajo grandes calamidades en su momento. Y, tras una desalmada jugada traicionera dentro del concilio de hechiceros organizada por uno de sus principales dirigentes (aliado con el emperador de Nilfgaard), Cirilla termina extraviada, convertida en un miembro más de una brutal cuadrilla de bandoleros adolecentes, que no se cortan un pelo a la hora de matar a alguien, Geralt (que de a poco deja de ser el Man With No Name para convertirse en el equivalente albino de Marlowe, ese antihéroe-en-el-fondo-con-reglas-éticas de Raymond Chandler) sale en su búsqueda y Yennefer (que está vivita y coleando) ingresa en un rosqueo político de proporciones. Todo eso mientras le emperador nilfgaardiano busca por cielo y tierra a Cirilla… lo mismo que muchos otros participantes del juego político.
La serie definitivamente mejora en estos tres volúmenes. Más allá de los protagonistas, hay secundarios que se comen cada momento que aparece (por ejemplo toda la compañía improvisada que termina siguiendo a Geralt en su búsqueda de Cirilla merecen un libro cada uno). Una cosa interesante (y donde el polaco le gana por robo a Martin) es lo bien que refleja el lenguaje de sus personajes el modo de vida y la clase social en que viven: un campesino NO suena igual que un noble, no habla como un noble y no se preocupa por lo que se preocupa un noble. Esta perogrullada no es tan simple de conseguir, pero Sapkowski lo hace a la maravilla. Mucho, pero mucho mejor que Martin.
No me queda más que decir que, si están hartos de esperar que le gordo termine el tomo sexto de Canción de Hielo y Fuego, dejen de sufrir y vayan a por los libros de Geralt de Rivia. Háganme caso.