Autor: Terry Pratchett
Serie: Mudodisco nº4
Edita: Plaza & Janes, Madrid, 1998
La Muerte busca aprendiz. Y la encuentra en Mort, un adolescente patoso y larguilucho. Que no lo hace nada mal… hasta que, en un arranque de enamoramiento, decide no llevársela. El problema es que la realidad a la larga quiere solucionar esto. Si además sumamos que la Muerte, contenta por el aparente buen trabajo de su aprendiz, decide tomarse el rato libre para experimentar qué es ser humano, dejando que el problema se extienda sin control, tenemos un problema poderoso en ciernes.
Con esta novela Pratchett vuelve a la combinación ganadora en Mundodisco: comedia, personajes muy redondos y una intriga que maneja tan bien las convenciones del género fantástico que hace una historia sólida sin dejar de parodiarla a ratos. La Muerte (que en tomos anteriores se había robado todas las escenas en que aparecía) acá es de una riqueza de matices fascinante, a la vez responsable y poco protocolar, completamente intrigada por esos humanos que continuamente se lleva hacia otros lados, a los que definitivamente no termina de entender. No es casual que en la adaptación radial de este libro que hizo años la BBC, le pusiera la voz nada menos que Christopher Lee (un tipo que siempre andaba a la búsqueda de personajes complejos). Ojo, que los demás personajes no le van a la zaga. Mort es un adolescente bienintencionado y más despierto de lo que parece a primera vista. Ysabelle, la “hija” humana de la Muerte pasa de ser una cabrona a una chica inteligente y sensible en las páginas. La princesa Kei, la “beneficiaria” de la no muerte gracias a Mort, tiene un genio que uno nunca espera ver en una princesa de cuento de hadas y el mago Buencorte es un tipo con los pies en la tierra, tratando de arreglar algo tan imposible de arreglar como la realidad. Incluso Albert, el apocado criado de la Muerte termina siendo un personaje con mas vitalidad que la esperable en un primer momento.
Y lo mejor es que, dentro de la historia, volvemos a encontrar momentos genialmente cómicos. Desde el abad que ya reencarna 42 veces (por cierto llamado Lobsang, como Lobsang Rampa) hasta los momentos en que la Muerte intenta hacerse un mortal más, fallando miserablemente, pasando por los genuflexos magos de la Universidad Invisible cuando Albert aparece ahí para… buen no les cuento. Hay momentos, frases, situaciones, que dejan a uno riéndose a carcajada limpia. Como debe ser en una novela de Mundodisco.
Vamos a por más Pratchett, se los aseguro.