Finalizando la Trilogía el mar Quebrado

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Libros: Medio Mundo (Half the World, 2015) y media Guerra (Half a War, 2015)

Autor: Joe Abercromie

Edita: Fantascy, Santiago de Chile, 2016

Hace ya unos meses había reseñado la primera parte de esta trilogía fantástica, Medio Rey. Recomiendo que la lean primero antes de seguir con esta reseña.

Lo que al final de la primera novela era una promesa (el joven y recién ordenado Padre Yarvi que prometía venganza de los asesinos de su padre y su hermano y de los que lo habían convertido en un esclavo de remo en esa novela) en estas dos novelas son la realidad. Yarvi está decidido a destruir al Alto Rey y la abuela Wexen (últimos responsables de sus desgracias) y de paso liberarlos de la tiranía que quieren imponer a su país natal. Y no se va a detener ante NADA, convirtiéndose en un personaje sinuoso, maquiavélico, decidido a que el fin justifica cualquier medio, dotado de una astucia y – a veces- una amoralidad temible. El recorrido de Yarvi, que pasa por cada una de las novelas es tan complejo como desesperanzado. Uno no puede de dejar de pensar en esos tipos que, movidos por las buenas intenciones, no dejan de convertirse en los monstruos que ha jurado combatir. Y lo interesante es que Yarvi lo sabe y trata de atenuar en lo posible esas cosas… si y solo si no afecta a su venganza.

Pero en estas dos novelas Yarvi no es el protagonista, sino un secundario clave. Cada una tiene una pareja protagónica que define el tono de la historia.

Por el lado de Medio Mundo tenemos a Espina Bathu, una joven aprendiz de guerrera (algo muy mal visto en su sociedad) que, por matar accidentalmente a un compañero de entrenamiento, es condenada a muerte. Y solo la intervención de Yarvi impide que se cumpla la sentencia. A cambio, deberá ir en una misión casi suicida junto a un grupo de fieles de Yarvi para lograr apoyos y seguidores en la guerra contra el Alto rey y la abuela Wexen que se avecina. En el camino (y gracias al entrenamiento de Skifr, una cruza de Vieja de los Gatos de los Simpsons, maestro Yoda y Red Sonja) se convierte en una guerrera imparable, capaz de enfrentar a tipos de la talla del rey Grom-gil-gorm, el Rompeespadas (que por cierto mató a su padre).

Junto a ella está Brand, un joven herrero de gran fuerza, pobre, de una bondad y honestidad a carta cabal y del que todo el mundo espera que sea un gran guerrero… todos excepto él, que cada vez se convence más que la justicia y el honor no tiene nada que ver con la espada y la violencia. Obviamente esa pareja despareja terminará viviendo un romance profundo, sólido y que se prolongará en la novela siguiente hasta que… no, no voy a contar pero en serio si hay un momento de golpe bajo en toda la trilogía es lo que pasa con ellos.

Y la tercera novela ya tenemos a los ejércitos del Alto Rey listos para hacer puré a Vansterlandia y Gettlandia (archienemigos unidos al final de la segunda novela por una de las grandes movidas de Yarvi). Y para eso no dudan en destruir al reino de Trovenlandia , que se había aliado con sus vecinos. De él solo se salvará su joven princesa, Skara, que descubrirá en su condición de exiliada entre los aliados que es una gobernante mucho mas astuta, valiente, carismática y honesta de lo que muchos (incluyéndose a ella) hubieran creído en un principio. Y que vivirá un romance prohibido con Raith, el salvaje portaespadas del rey Grom, encargado de proteger a esa jovencita exiliada y que descubrirá en su relación valores que no creía tener o importarle. Todo eso en medio de una movida desesperada para conseguir reliquias élficas (esas criaturas míticas que parecen haberse hundido en un cataclismo que suena sospechosamente similar a una debacle atómica al mejor estilo Planeta de los Simios) que permita equilibrar la balanza ante ese ejército que se le viene encima. Y con Yarvi haciendo cosas que llegan a ser abominables y de las que solo se da cuenta Skara.

Lo dije en la reseña anterior y lo repito: viudas de Canción de Hielo y Fuego, acá tienen un reemplazo más que digno. El tono es igual de brutal, salvaje, desalmado y caóticamente impredecible. Los personajes son igual de complejos, lejos de todo maniqueísmo. Muchos de ellos evolucionan en cada página. Grom es un salvaje movido por el honor, el orgullo y la violencia, peor no es ningún tarado: si hay que bajar la cabeza y besar culos, lo hace. La reina de Gettlandia (y madre de Yarvi) Laithlin sabe usar sus habilidades comerciales, su poderío económico y su buen consejo para hacer que su marido Uthil (que es valiente, osado y honorable, pero no lo que se dice un pensador sutil) haga lo conveniente. Hasta secundarios como jenner el Azul (un viejo contrabandista que terina sienod, a golpes de sentido común, la mano derecha de la joven reina Skara) no son criaturas simples ni clises desgastados.

¿Es perfecta la trilogía? NO, para nada. Especialmente el último tomo se siente que necesitaba o muchas más páginas o (aún mejor) por lo menos un libro más para desarrollar bien un final que se siente apresurado. Queda la sensación de que hay muchos cabos sueltos que explorar… y que Yarvi todavía tiene mucho para dar. ¿Habrá más continuaciones? No sé, pero no parece probable.

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