Autor: Andrzej Saprowski
Serie: Geralt de Rivia nro. 7
Edita: Alamut, 2009
Al fin tenemos el final de la saga de Geralt de Rivia, y es un final realmente apoteósico, de acorde con todas las expectativas que la lectura de los tomos anteriores habían generado. Al fin el destino de Geralt, Ciri y Yennefer se resuelve y no hay final feliz comiendo perdiz. Cuando mucho hay un cambio en las roscas políticas del mundo, con nueva gente moviendo los hilos de otra manera. Descubrimos una revelación asombrosa sobre el emperador de Nilfgaard (que se relaciona con algo pasado en los primeros volúmenes de la saga y explica su obsesión por Ciri de una manera… escabrosa si se quiere), tenemos la destrucción del hechicero que más había hecho para escupirle el asado a nuestros protagonistas (magro consuelo si se quiere) y sobre todo, tenemos la sensación de que la leyenda que los tres generan esconde una realidad mucho más triste, opaca e inútil. Y el final de Geralt y Yennefer es… increíblemente brutal, azaroso y banal. Al menos Ciri logra escapar del designio al que todo el mundo parecía querer llevarla cambiando de mundo y cayendo en… otro mundo con muchas leyendas de por medio, más conocido por los lectores.
Todo esto, Saprowski lo resuelve con una habilidad abrumadora, cerrando todos los subargumentos que venían ocurriendo en los tomos anteriores con una maestría que espero que George Martin consiga cuando finiquite su Canción de Hielo y Fuego. Su visión del mundo es más desoladora aún que la de esta saga: si en Martin la referencia es la Guerra de las Dos Rosas, en Saprowski parece serlo la Guerra de Bosnia: un choque de culturas brutal, absurdo y caótico que no se resuelve sino que apenas se pacifica.
Tras un par de tomos que parecían haber perdido el paso ante demasiadas historias que se perdían, este último volumen trae un cierre perfecto y demoledor a una saga que no por nada tiene las buenas críticas que tiene. Absolutamente recomendable si les gusta este tipo de fantasía épica sangrienta y realista.