Una de las piezas más insólitas entre los trofeos del aficionado español a la ciencia ficción es la colección de fascículos encuadernables Fantaciencia, subtitulada Enciclopedia de la fantasía, ciencia y futuro. Por su naturaleza de coleccionable que se vendía cada semana en los quioscos en entregas de dieciséis páginas, es seguro que muy pocas personas la deben tener hoy en sus estanterías y los pocos ejemplares que se ofertan en plataformas de compraventa para productos de segunda mano alcanzan cotizaciones bastante altas. Yo mismo, que tenía quince años cuando salió a la calle, la dejé escapar en aquella ocasión y solo un golpe de suerte me permitiría adquirirla en su integridad años después en un conocido mercado barcelonés de libros usados.
La aparición de este coleccionable en España solo puede entenderse en un contexto muy concreto e irrepetible: una época en la cual las publicaciones impresas periódicas aún gozaban de un número importante de consumidores, los puestos de venta estaban abarrotados de todo tipo de cabeceras y casi cualquier temática podía recibir su versión en forma de fascículos interminables, desde la típica gran enciclopedia al curso de manualidades, pasando por la historia, el arte, las ciencias ocultas e incluso la historieta. A esa época pertenece, por ejemplo, la Historia de aquí, del llorado Forges, o Historia de los cómics, publicada por Toutain, proyectos destinados al mercado de los fascículos y que habrían sido inviables en cualquier otro momento: hoy mismo, sin ir más lejos. Aún recuerdo la promoción televisiva —toda colección de fascículos que aspirara al éxito se precedía con una potente campaña publicitaria— para un nuevo título centrado en la II Guerra Mundial: «Con el número uno le regalamos el dos. ¡Y un disco con los discursos de Hitler!».
Cuando Fantaciencia llegó a los quioscos en abril de 1982 la única revista del género en nuestro país, Nueva Dimensión, daba sus últimas boqueadas antes de perecer; el lector de ciencia ficción en España puede ser entusiasta y activo, nunca abundante. No obstante, la Space Opera cinematográfica de George Lucas había generado en los primeros años de aquella década un nuevo interés popular hacia la ciencia ficción, pero este solía quedarse recluido en sus manifestaciones audiovisuales. Tal vez fue una falsa percepción del favor que podría recibir entre el público, viendo las colas a la entrada de los cines para ver cada entrega de Star Wars y sus imitaciones de bajo presupuesto, lo que impulsó a EGC, editorial afincada en Barcelona que por aquellos días también publicaba un coleccionable sobre aviación, a embarcarse en esta empresa tan excéntrica. Al menos su riesgo inversor no era tan alto como el requerido para un producto de elaboración propia, porque Fantaciencia, como su título delata, era la versión española de obra creada originalmente en Italia. No se confesaba en la página de créditos, si bien bastaba empezar a leer para darte cuenta de su origen, ya que la mayor parte de los capítulos principales estaban escritos por autores italianos, como el escritor, traductor y guionista de cómics Ferruccio Alessandri —el más activo colaborador—, Roberto Pinotti, Inisero Cremaschi o Fabio Pagan.
Cada uno de los capítulos trataba de uno de los temas básicos de la ciencia ficción, como son las naves estelares, el viaje en el tiempo, los extraterrestres o los mundos perdidos. Otros textos más breves, en esta ocasión de afamados autores anglosajones como Isaac Asimov, Larry Niven, Arthur C. Clarke o James Blish, servían de complemento al tema principal. Especialmente interesante fue la serie de artículos que Harry Harrison dedicó a el erotismo y la ciencia ficción. También el cómic y el cine merecieron la atención de esos complementos, generalmente impresos sobre fondo amarillo para distinguirlos del texto principal. Uno de los placeres para el lector de aquel entonces era lo profusamente ilustrada que estaba la edición, con obras de grandes artistas contemporáneos y numerosas portadas antiguas de revistas del género, ventana a un fértil universo literario que aumentaba nuestras ganas de conocer todas aquellas obras mencionadas y que en gran número seguían inéditas en español.
El original del que procedía la edición española era La Grande Enciclopedia della Fantascienza, publicada por Editoriale del Drago muy poco antes, en el periodo 1980-1981. Estuvo formada por sesenta y cuatro fascículos encuadernables en ocho volúmenes, más un noveno, decimo y undécimo que servían para recoger diversas separatas. La versión española seguía con bastante proximidad el diseño de página de su referente; sin embargo se canceló tras haber publicado solo cuarenta entregas —en realidad esos cuarenta fascículos españoles solo recogían el contenido, mutilado de algunos apéndices, de los primeros treinta y cinco números de la colección italiana—. Es, por tanto, fácil predecir que apenas gozó del favor de los compradores. En España son muy pocos los libros publicadas sobre la historia y los temas de la ciencia ficción; prácticamente habría que esperar a mediados de los años noventa para ver por primera vez en castellano algunos libros sobre el tema con gran formato y abundante aparato visual.