A lo mejor ustedes son jóvenes y no lo recuerdan, pero antes de Internet, nuestra educación en todo lo relacionado con la cultura pop de derribo pasaba muchas veces por esas revistas específicas sobre temas extraños que circulaban muchas veces debajo del radar de la cultura general. Ellas nos abrían las puertas para esos conocimientos esotéricos que nos alejaban del resto del universo, que estaba preocupado por cosas claramente más importantes como el ultimo vestido que llevaba la estrella del momento, el resultado de los partidos del futbol del campeonato local o las mil y un ideas geniales que se podían hacer en la casa mientras el marido trabajaba como burro para ganar el dinero. Ustedes saben, esas revistas que hablaban de cosas anormales como historietas, cines estrafalarios y demás basuras pop. Esas que nos conformaron.
Me parecía que era hora de hablar de esas revistas que de alguna marcaron el periplo cultural freak que me tiene acá haciendo este blog. A diferencia de muchas otras notas, esta serie de notas va a tener una presencia autoral más fuerte que lo habitual. No es solo hablar y analizarlas sino también como a mí, Roberto Barreiro, me atrapó tal o cual revista. Eso no quiere decir que no tratemos de dar info puntual sobre ellas sino que me parecía también contar que la hacía importante para mí como lector.
Y, aprovechando que el próximo mes celebra el 25 aniversario de la publicación del número 1 de la revista, dedicamos esta primera nota a Comiqueando.
MI implicación con la Comiqueando es anterior a este aniversario. Hay que ir mas atrás, hacia 1986, cuando los hermanos Andrés y Diego Accorsi y Rafael de la Iglesia sacaban el fanzine Comiqueando y un pendejo de lentes que recién empezaba a meterse en el tema de los comics (servidor) lo encontraba en parque Rivadavia. Estamos hablando de la prehistoria, cuando uno leía lo que podía, el comic adulto significaba leer la Fierro y la Skorpio (las de Editorial Columba no, era de grasas) y había un consenso generalizado que los superhéroes eran cosas de infradotados. Entre los primeros en romper ese consenso, en decir abiertamente “miren que ahora hay historietas de superhéroes de mucha calidad y por prejuicio lo están obviando” fueron los chicos de Comiqueando. Que, más allá de esa actitud iconoclasta en el momento y de una muy atípica regularidad en su publicación (en un fanzine la regularidad es algo tan extraño como ganar un campeonato del mundo con una Selección Argentina en donde juegue Messi), tampoco había mucho más. El fanzine Comiqueando tenía la calidad promedio de un fanzine de esos años, nada del otro mundo, vamos.
Quedamos amigos con los chicos de Comiqueando y demás gente que circulaba en el ghetto comiquero del parque Rivadavia de Buenos Aires (centro de compra, venta y canje que por años era vital en la subcultura nerd porteña). Vi como avanzaban como críticos de comics por varios lados (la Skorpio, las revistas de DC de editorial Perfil, la revista Comic Magazine) hasta que en 1994 se encontraba con la novedad que salía el número 1 de esta revista.

Uno de los numeros clasicos de la Comiqueando. Justamente uno que tneia omco un cierto homenaje a sus raices fanzineras.
Y la Comiqueando se encontró funcionando como vocero de una nueva generación de historietas, esos que se habían acercado al lenguaje del comic gracias justamente a las revistas de superhéroes de editorial Perfil y querían saber más. Y lo que si tenía desde siempre la revista era un conocimiento muy amplio de la historia de la historieta. No solo de la historieta superheroica, sino de todo tipo de género relacionado con el Noveno Arte. El amor al lenguaje del comic estaba en cada página en cada número y eso se traducía en tratar de hacer comprender que la historieta no eran solo superhéroes, o solo manga, o solo comic europeo, sino todos esos estilos y más. Para unos chicos criados en las revistas de la DC y que se encontraban en un periodo de boom explosivo de los superhéroes, era maravilloso que Comiqueando NO les diera solo su dosis esperable de fanatismo sino que además trataba de abrirles las mentes para que probaran otras cosas en historieta. Cosa que no pasaba con otras publicaciones similares del periodo, por cierto.
También toca decir que los que escribieron en la Comiqueando combinaban un conocimiento profundo de los temas con la pasión justa para que contagiara al leerse. Gente como ambos hermanos Accorsi, el Doctor Sax, Hernan Boticelli, la dupla Fernando Garcia y Hernan Ostuni (míticos editores del fanzine Akfak, que bien merece una nota en su momento), Lisandro Garcia Berenguer, Dani Acosta y el Estudio Nuez, Fede Velasco y un largo etcétera. Muchos además se convirtieron en amigos y compañeros de nerditud. Si bien nunca escribí en la revista, anduve seguido en sus reuniones de redacción, simplemente comiendo facturas, tomando Coca Cola y hablando de las vicisitudes del comic y derivados.
La revista en esta encarnación duró hasta el nefato diciembre del 2001. Por esos años, junto a Lucas Varela –diseñador de la Comiqueando en ese tiempo- veníamos haciendo el fanzine Kapop, que tenía una cierta chapa. Andrés nos propuso que, a partir del número 55 o 56, la Kapop se sumara como la sección de historietas de Comiqueando. Eso nos dejaba libre para concentrarnos en la parte editorial y creativa y nos sacaba el problema de la distribución y venta. Por supuesto el número inmediatamente anterior recibiría el impacto a full del corralito y Comiqueando dejó de salir. Ese último número solo salió fotocopiado como fanzine.
Varios años después, la Comiqueando resucitaría en una segunda etapa editada primero por Domus y luego por Freakshow press. Tal vez el principal cambio en esta encarnación fue la desaparición de la información contingente (estábamos ya en la era de internet que hacia eso redundante) priorizando las notas largas y contextualizadoras. Eso sí, con el mismo nivel de investigación ardua de antes. Y luego con la aparición del color, algo que en los noventas era imposible de conseguir. Esta etapa yo la viví de lejos, ya viviendo en Chile y consiguiendo esporádicamente los números. Obviamente la influencia personal aquí fue mucho menor. El último número salió –si no me equivoco- en el 2011.
Finalmente Comiqueando se lanzó a la internet. Su sitio oficial lleva ya varios años online combinando la información actual con las notas largas y las columnas de opinión, en un mix muy decente y que mantiene la identidad de la revista. En lo personal no me pierdo ninguno de sus podcast. Además, por si fuera poco, Andrés mantiene su blog de reseñas (que venimos recopilando en nuestro Compilador Digital) y tiene un canal de youtube. Todo hecho con el mismo cariño y pasión por la historieta que cuando tenía 18 años y vendía su fanzine en parque Rivadavia. Tal vez lo único que falta es que pongan a disposición en el sitio los números en papel digitalizados. Sería un merecido homenaje.
Al menos mi nerditud –y creo no ser el único en el mundillo de la historieta argentina- estuvo muy cruzada por la existencia de la Comiqueando. Vaya pues un homenaje para esta revista y un feliz 25 aniversario.
(mas revistas que marcaron en un próximo post…)