El crimen enigmático

el crimen enigmatico

Título original: Sospecho que “EL VAMPIRO ROJO” (1931)

Autor: “Jack Forbes” (seudónimo de Adelardo Fernandez Arias)

Colección: Novelas Policiales n°1

Edita: Littere, Buenos Aires, 1945

Tal vez lo primero que haya que contar aquí es el pequeño trabajo investigativo que hubo tras esta reseña. Por un lado sabía por un post del Museo Iconográfico de la Literatura popular (que regenta el infatigable Carlos Abraham) que esta era una ignota editorial argentina de la década de 1940. Por otro lado, preguntando en el grupo de Facebook de la revista Barsoom (grupo y revista que recomiendo para todo curioso de la literatura pulp, popular o como quieran llamarla por las interesantes discusiones que salen ahí) pudimos descubrir al autor detrás del seudónimo y la que, creemos, sea la novela original a la que se le cambió el nombre.

Don Abelardo Fernandez Arias fue periodista (dirigiendo el semanario satírico El Duende), guionista y director ocasional de cine mudo y uno de los primeros escritores policiales de España. Durante el período de entreguerras produciría una cantidad impresionante de relatos policiales con títulos decididamente macabros. Entre ellos destacamos aquí las historias de Gu Gu, genio supercriminal a la usanza de Fantomas, serie del que está novela forma parte.

En un hotel de Suiza encuentran el cadáver de un hombre desnudo, sin marcas de violencia y desangrado con una aguja clínica. Una mujer que estaba con él ha desaparecido. Nadie sabe quién es el muerto ni el motivo de su muerte. Pero todo coincide con otras muertes similares que se han dado alrededor del mundo, muertes de hombres de negocios. El asesino ha sido llamado por la prensa como “el  vampiro rojo” y para el mejor detective británico en realidad es obra del genio criminal Gu Gu, del que nadie sabe nada, incluso si sexo. Lo que hace particularmente morboso el hecho que éste tenga de confidente íntimo/a a una mujer.

Por cierto, eso es un detalle interesante: hay ciertas insistencias en la historia (como el no saber el sexo del villano o ciertas referencias a prácticas sadomasoquistas) que le dan un tonito mórbido a la historia. Un toque kinky.

Por cierto, aunque se descubre qué ha pasado al final, esto no hace que Gu Gu (PÉSIMO NOMBRE PARA SUPERCRIMINAL YA QUE ESTAMOS) sea detenido y ni siquiera amenazado. Es casi demasiado fácil: Gu Gu siempre está un paso más adelante (incluso en el giro final que no voy a revelar). Lo que curiosamente, le saque bastante interés a la novela. Nunca uno tiene la sensación que alguien pueda siquiera encontrar una pista para detener a Gu Gu. O sea su propia genialidad juega en contra que el relato sea entretenido.

Sospecho que esta edición no contaba con el permiso del autor. No solo por el cambio del título sino porque hay un traductor (J.C. Lazzoli) de una novela española… lo que me hace pensar que era un intento de despistar a cualquier persona. Eso o tenemos a alguien que creía a pies juntillas los chistes de gallegos.

En fin interesante descubrir que en la España republicana la literatura popular tenía creado su propio genio supercriminal autóctono. Y la tapa es una gloria.

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