Sexton Blake en Sudamérica (Sexton Blake in South America, 1922)

Autor: ¿?

Edita: Edicones Ignotas, Buenos Aires, 2018

Hace muuuchos años, el Centro Editor de America Latina (esa editorial que sacaba libros buenos bonitos y baratos) había sacado uno de los primeros estudios sobre el folletín y la literatura popular hecho en Argentina. Lo interesante era que, en la tapa aparecía un afiche de esta novela, que nos decía que Sexton Blake (esa versión serie B de Sherlock Holmes que se vendió desde Inglaterra por el mundo durante décadas) llegaba a nuestro país para cazar dinosaurios. Obviamente, para todos aquellos que leìmos ese libro la curiosidad por leer el relato original quedaba pegada en nuestra cabeza. Claro, encontrarlo era una tarea cuasi imposible, porque desde su publicación, el relato nunca había vuelto a salir.

Y entonces, aparece nuestro amigo (Y colaborador del blog) Mariano Buscaglia.

Quien, entre otras cosas, es el editor de su propio pequeño sello editorial, Ediciones Ignotas, dedicado a rescatar libros perdidos en el tiempo. Material difícil pero que vale la pena rescatar para gente de gustos psicotrónicos. Como servidor. O los lectores de este blog.

Así que, tras hallar la edición argentina original de esta historia (en la revista Pucky de 1922) decidió editarla como edición fascimilar, acompañada por un artículo de Pepe Muñoz, detallando la importancia del personaje y el origen de la historia (que se basó en las noticias sobre el avistamiento de un monstruo prehistórico en los lagos del Sur, que daría pie a nuestra leyenda del Nahuelito ). Y nos entregó este relato para que los aficionados a la literatura de derribo pudiéramos disfrutar.

¡Y cómo!

La novela tiene todo lo que uno puede esperar de este tipo de material: plantaciones de coca en los bosques de Chubut (evidenciando un desconocimiento de la geografía fastuosa: la coca no se planta ahí y si algo caracteriza a la provincia patagónica de Chubut es tener kilómetros y kilómetros de terreno llano y semi arido, apenas variado por algún arbusto); pigmeos nativos; troncos que se deslizan por los ríos de la Patagonia, cruzando los Andes (sospecho que burlando la ley de la gravedad porque no veo como ríos que nacen del lado del Atlantico puedan terminar en el Pacifico); hombres misteriosos manejando una fábrica de merca en medio de la nada y siendo temidos por la región; zulúes disparando ametralladoras en cuevas; el uso de las boleadoras como arma mortal; y como broche de oro, un plesiosaurio de color rojo vivo y coleando. Todo esto en una historia de ritmo frenético (que puede resumirse asi: hay rumores que hay un dinosaurio en la Patagonia y además hay un muerto en Londres relacionado con el tráfico de cocaína y Sexton Blake va a investigar ambas cosas) donde pasa de todo. Desde ya no esperen cosas personajes tridimensionales o pretensiones de realismo, que saldrán defraudados. Todo es gozo puro y duro de la literatura pensada para desechar sin perdurar.

Si usted es uno de los que le gusta este tipo de material, no lo dude mas: vaya a la pagina de Ediciones Ignotas y solicite su ejemplar. Se lo recomendamos totalmente.

El Valle a veinticuatro imágenes por segundo (parte 2)

Por Carlos Diaz Maroto

(Segunda parte del extenso artículo de nuestro colaborador sobre las versiones cinematográficas de El Valle de la Muerte, novela de Sherlock Holmes. Para leer la primera parte, solo sigan el link ).

Sherlock Holmes: “The Case of the Pennsylvania Gun” (1954)

Pese a que este artículo se denomina “El Valle a veinticuatro imágenes por segundo”, ahora pasaremos a veinticinco imágenes por segundo, pues también la televisión se encargaría, en cierta manera, de aportar una visión a la novela que nos incumbe.

Sherlock Holmes es una serie de nacionalidad norteamericana (aunque casi todos sus capítulos se rodarían en París por parte de Guild Films) producida por el neoyorquino Sheldon Reynolds, que había tenido un gran éxito al pergeñar en Europa una serie titulada Foreign Intrigue (1951-1955), que daría lugar después a la película Intriga extranjera (Foreign Intrigue, 1956), dirigida por él mismo y protagonizada por Robert Mitchum. Así pues, con este logro a sus espaldas decidió adaptar a Holmes y contactó con los herederos de Doyle para conseguir los derechos.

La intención era ofrecer cierta fidelidad, basándose en tal como se retrataba al detective en Estudio en escarlata. En ese sentido, en una ocasión declararía: “Me quedé anonadado por la diferencia entre el personaje de este libro y el del cine y el teatro. Aquí, Holmes es un hombre joven de unos treinta años, humano, inteligente y con inclinaciones filosóficas y cultas, pero sujeto a errores fatales que se derivaban de su impaciencia y falta de experiencia”(13). Y también diría: “En las historias iniciales como esa, Conan Doyle no se había cansado aún de su personaje, que más tarde se convirtió en un monstruo literario para él. Y, como literatura, las primeras historias son mucho mejores. Sin embargo, prácticamente todas las representaciones en teatro y pantalla del detective se basan en las historias posteriores” (14).

Por tanto, se contrataría al actor Ronald Howard, que entonces contaba con 36 años, para el papel. Howard (1918-1996) era hijo del mítico Leslie Howard (el Ashley de Lo que el viento se llevó), y guardaba un apreciable parecido físico con su padre. Tras la universidad se dedicó al periodismo, hasta que optó por volcarse a la interpretación. Su primera aparición cinematográfica, nimia, fue en ‘Pimpernel’ Smith [tv/dvd: Pimpinela Smith, 1941], dirigida y protagonizada por Leslie Howard. Si bien el papel que Leslie interpretaba en esta película era una especie de modernización de la Pimpinela Escarlata de la baronesa de Orczy, al mismo tiempo recordaba no poco al propio Holmes (15). Durante la década de los cuarenta Ronald ganaría experiencia actuando en teatro de provincias, para trabajar luego en Londres, y su debut “oficial” en el cine se produjo con el film While de Sun Shines (1947), de Anthony Asquith, una comedia basada en la obra de Terence Rattigan. Tras su éxito con Sherlock Holmes se volcó preferentemente en la televisión, pero al no lograr seguir a ese nivel terminó abandonando la carrera interpretativa y abrió una galería de arte. En los años ochenta escribiría una biografía de su padre.

Sobre su papel de Holmes, Howard comentó: “En mi interpretación, Holmes no ofrece esa personalidad infalible, de ojo de halcón y fuera de lo común, sino que es un joven de una sinceridad excepcional que trata de salir adelante en su profesión. Mientras que el Holmes de Basil Rathbone se mostraba nervioso y tenso, el mío tiene una calidad más ascética, se muestra deliberadamente carente de bohemia, y se ve minimizado por la realidad” (16).

En cuanto al personaje de Watson, el actor convenido fue H. Marion Crawford (1914-1964). En el cine desde 1935 con un pequeño papel en Music Hath Charms (1935), de Thomas Bentley, Alexander Esway, Walter Summers y Arthur B. Woods, fue una presencia habitual en las pantallas británicas. En la serie cinematográfica producida por Harry Alan Towers en los años sesenta sobre Fu Manchú, y protagonizada por Christopher Lee como el pérfido oriental, Crawford se hizo cargo del cometido del doctor Petrie, que no era otra cosa que una trasposición de Watson. Encarnó el papel en todos los títulos de la saga, así El regreso de Fu Manchú (The Face of Fu Manchu, 1965), Las novias de Fu Manchú (The Brides of Fu Manchu, 1966), ambos de Don Sharp, La venganza de Fu Manchú (The Vengeance of Fu Manchu, 1967), de Jeremy Summers, Fu Manchú y el beso de la muerte / The Blood of Fu Manchu (1968) y El castillo de Fu Manchú / The Castle of Fu Manchu (1969), estas dos últimas de Jesús Franco. Ese mismo año 1969 Crawford moría a los 55 años de edad.

Desde hacía mucho tiempo H. Marion Crawford iba detrás de interpretar el personaje de Watson, a quien quería aportar un perfil distinto al de bufón que le había otorgado el por otra parte excelente Nigel Bruce en las películas con Basil Rathbone. En ese sentido refirió: “Nunca había considerado a Watson como un constante chapucero sin cerebro, que proporciona alivio cómico en las representaciones anteriores. Es un hombre normal, con los pies en el suelo, un estudiante de medicina que ofrece valiosos consejos… En otras palabras, es el complemento ideal al joven optimismo de Holmes” (17).

Para algunos críticos, pese a lo referido, Ronald Howard resultaría demasiado joven y bisoño para el papel. Sin embargo, H. Marion Crawford goza de mayor prestigio, a tal punto que está considerado uno de los mejores Watson de la historia.

El reparto semi-fijo se completaba con el actor escocés Archie Duncan en el cometido de Lestrade, que esta vez sí suponía el “alivio cómico” que refería Crawford, y Richard Larke como el sargento Wilkins. Entre los invitados estuvieron el francés Eugene Deckers, que encarnó a lo largo de la serie a siete personajes diferentes, entre víctimas y criminales, amén de figuras de fama como Delphine Seyrig, Michael Gough, Dawn Addams o, en especial, Paulette Goddard. Esta última, que tenía fobia a los cementerios, cuando era llevada en limusina a los estudios hacía que el vehículo diera un rodeo de kilómetros para evitar pasar frente a uno.

Se construyeron en estudio varios decorados para figurar tanto el interior como los exteriores de Baker Street. El encargado de ello fue Michael Weight, quien, en verano de 1951, y dentro del Festival of Britain, ya había ejecutado una exhibición sobre Sherlock Holmes y su mundo. Aparte de ello, se edificaron otros decorados para representar parques, las oficinas de Scotland Yard, otras viviendas… Casi todo se filmó en estudio, añadiendo de forma constante una toma de archivo de coches de caballos pasando por el Puente de Londres, con el Big Ben de fondo, una imagen tópica que se ha visto miles de veces. Unos pocos exteriores franceses fueron utilizados, así como actores de esa nacionalidad, para cometidos sin diálogo o de carácter secundario, donde sus acentos colaban con mayor o menor fortuna. Se rodaron 39 episodios distribuidos en una única temporada, para sindicación, si bien hubo rumores de una segunda tanda a filmar a partir de junio de 1955, si bien no se llegó a hacer.

Como directores se contó con Steve Previn, hermano del compositor André Previn, que se hizo cargo de nada menos que veinticinco de ellos. Previn ya había dirigido antes Foreign Intrigue. Después, el propio Sheldon Reynolds dirigió nueve de los capítulos, y por último Jack Gage, que también había colaborado en la citada serie de espías, se hizo cargo de los cuatro restantes.

En 1980, Reynolds produjo una nueva serie sobre nuestro detective, ahora titulada Sherlock Holmes and Dr. Watson, en la que muchos de los capítulos eran remakes de los de esta. Esta nueva serie se haría en colaboración con Alemania, y como directores figuraron nombres de la talla de Val Guest o Roy Ward Baker; Holmes sería encarnado aquí por Geoffrey Whitehead, y Watson por Donald Pickering.

De los treinta y nueve episodios, la mayoría partió de guiones originales, y solo unos pocos se basan en el Canon: “The Case of the French Interpreter” se basa en “The Adventure of the Greek Interpreter”, “The Case of the Pennsylvania Gun” en The Valley of Fear, como ahora veremos, “The Case of the Shoeless Engineer” en “The Adventure of the Engineer’s Thumb” y “The Case of the Red-Headed League” no es necesario precisarlo. Amén de ello, el primer episodio, “The Case of the Cunningham Heritage”, adapta el inicio de A Study in Scarlet, donde Holmes y Watson se conocen (siendo una de las pocas veces que este hecho se ha visto en pantalla), y luego prosigue con una historia original; y otros cuantos episodios son versiones lejanas de otros relatos de Conan Doyle.

El primer capítulo, ya citado, se emitió en la televisión norteamericana el 18 de octubre de 1954, y el último fue “The Case of the Tyrant’s Daughter”, que se vería el 17 de octubre de 1955. En Inglaterra, curiosamente, no se llegó a ver hasta 2006, hasta que se emitió por un canal llamado Bonanza. En España jamás ha podido ser vista.

Como se ha referido, el episodio “The Case of the Pennsylvania Gun”, que es el capítulo tres de la serie, se basa en The Valley of Fear, y el guion y la dirección corrieron a cargo del propio Reynolds. Atendiendo a la duración de los episodios, cualquier conocedor de la novela se hará una idea de cómo se ha procedido para la adaptación. Pese a ese escaso metraje, aún se tiene tiempo para introducir elementos humorísticos al inicio, con Holmes tonteando con un equipo de pesca y la reacción que la actitud de la pareja despierta en un mozo que trae una carta. A continuación, la llegada de Holmes y Watson al lugar del suceso se presenta de un modo similar a como en la novela, si bien simplificando la exposición y reduciendo personajes; el tono un tanto burlón, mientras, persiste. El cambio más acusado se refiere al fondo del asunto, pues aquí no tenemos ninguna sociedad secreta, sino simplemente un yacimiento de oro compartido por tres personas: la supuesta víctima, el amigo que comparte vivienda con él y su esposa, y un tercer desconocido. Para cualquier espectador desconocedor del libro, la conclusión es obvia. El inspector encargado del caso, Mac Leod, pese a su definición un poco bufonesca y, por supuesto, estar equivocado en sus conclusiones, sin embargo saca algunas deducciones nada desdeñables.

El resultado es una aportación ligera y sencilla, que dado su tono hacer aparentar la trama más simple de lo que en realidad es. Solo se centra en la primera parte de la novela, simplificando todo de un modo extraordinario, y con el cambio referido sobre la relación entre los implicados. Crawford interpreta a Watson con rasgos muy británicos y, tal como se refería al respecto, no es para nada el lerdo que popularizó el bueno de Nigel Bruce. En cuando a Howard, aparte del sorprendente parecido que tiene con su padre, tanto en el físico como en los gestos, aporta un perfil demasiado jovial de Holmes, sin duda para hacerlo más accesible al público, lo cual difumina ese aura de misterio y complejidad que ha acompañado a la creación de Conan Doyle.

Dirección: Sheldon Reynolds. Productor: Sheldon Reynolds para Guild Films. Productora asociada: Nicole Milinaire. Guion: Sheldon Reynolds. Fotografía: Raymond Clunie. Música: Paul Durand. Montaje: George Gale. Decorados: Raymond Druart. Intérpretes: Ronald Howard (Sherlock Holmes), Howard Marion-Crawford (Dr. John H. Watson), Russell Waters (Mac Leod), Maurice Teynac (Morelle), Frank Dexter (sargento), Richard Larke (sargento Wilkins). Nacionalidad y año: Estados Unidos 1954. Duración y datos técnicos: 26 min. B/N 1.33:1.

Fecha de emisión: 1 de noviembre de 1954 (1ª temporada, episodio 3).

El collar de la muerte (Sherlock Holmes und das Halsband des Todes / Sherlock Holmes et le collier de la mort / Sherlock Holmes la valle del terrore) (1962)

 

En Alemania, la literatura del autor británico de misterio Edgar Wallace (1875-1932) era inmensamente popular. Ya en 1927 se realizó en aquel país una adaptación de su obra, Der große Unbekannte, por parte de Manfred Noa, la primera de una serie de escasas adaptaciones hacia la época. Fue sin embargo, y tras un exitoso grupo de telefilmes a mediados de la década de 1950, cuando se inició un amplio ciclo de adaptaciones cinematográficas del autor con La banda de la rana (Der Frosch mit der Maske, 1959), de Harald Reinl, y que duraría hasta principios de los setenta, dando lugar a toda una tradición de filmes alemanes de misterio denominados krimi.

Sherlock Holmes, por supuesto, también era de gran éxito en el país germano, como de hecho toda la tradición criminal y de misterio, y ya en época del cine mudo fue abordado con abundancia, en especial El perro de los Baskerville. No era extraño, pues, que en plena eclosión del fenómeno decidieran realizar una película sobre nuestro personaje. Así, Constantin Film Verleih, uno de los mayores estudios berlineses del momento, se planteó adaptar la obra de Arthur Conan Doyle, para lo cual solicitaron permiso a los herederos, haciéndose cargo de la producción Artur Brauner (junto a su hermano Wolf), responsable del ciclo de los sesenta dedicado al doctor Mabuse.

Viendo la ficha técnica, no puede decirse que se lo tomaran con superficialidad, sino que tenían verdades intenciones de hacer un producto de peso. Como director escogieron al británico Terence Fisher, que en la época estaba en su mejor momento.

Descubrimiento de la productora británica Hammer Films, Fisher fue el renovador de la tradición de cine de terror de la época con obras maestras como Drácula (Dracula, 1958), The Revenge of Frankenstein [tv/dvd: La venganza de Frankenstein, 1958], Las novia de Drácula (Brides of Dracula, 1960) o La maldición del hombre lobo (Curse of the Werewolf, 1961), por solo citar unas pocas previas a la presente película. Además, y lo más importante, en 1959 había dirigido El perro de Baskerville (The Hound of the Baskervilles), espléndida adaptación de la novela, teñida del toque Hammer, con el gran Peter Cushing como Holmes, André Morell como Watson y Christopher Lee en el rol de Sir Henry Baskerville.

Así pues, poner al magnífico Terence Fisher al frente de todo era una decisión admirable. Además, como guionista se contó con Curt Siodmak, novelista de origen alemán que había alcanzado el éxito en Hollywood con algunas aportaciones a los clásicos de terror de los cuarenta, principalmente El hombre lobo (The Wolf Man, 1941), de George Waggner. En todo caso, existen rumores de que su guion sería reescrito en abundancia por un colaborador desconocido.

Como Sherlock Holmes se decidió escoger a Christopher Lee, quien haría triplete con personajes del Canon encarnando a Mycroft en la esencial La vida priviada de Sherlock Holmes (The Private Life of Sherlock Holmes, 1970), de Billy Wilder. No serían estas tres las únicas colaboraciones con el mundo de Conan Doyle: a principios de los noventa volvió a dar vida a Holmes en un díptico de mini-series televisivas, Sherlock Holmes y la prima donna (Sherlock Holmes and the Leading Lady, 1991), del hammeriano Peter Sasdy, e Incidente en las cataratas Victoria (Incident at Victoria Falls, 1992), de Bill Corcoran. Además, fue presentador del documental The Many Faces of Sherlock Holmes (1985), de Michael Muscal.

En el papel de doctor Watson se contó con alguien también procedente de la plantilla Hammer, Thorley Walters, quien volvería a asumir ese rol en un cameo en La mejor casa de Londres (The Best House in London, 1969), de Philip Saville, en El hermano más listo de Sherlock Holmes (The Adventure of Sherlock Holmes’ Smarter Brother, 1975), de Gene Wilder, y en el corto televisivo Silver Blaze (1977), de John Davies, dentro de la serie ITV Sunday Night Drama. Y también daría vida al mayor John Sholto en el telefilm El signo de los cuatro (The Sign of Four, 1985), de Desmond Davies.

Christopher Lee y Thorley Walters serían los únicos actores británicos dentro de un reparto compuesto por, principalmente, alemanes, junto a algunos pocos intérpretes franceses e italianos que aportaban la co-producción con esos dos países. El papel de Mrs. Hudson corrió a cargo de Edith Schultze-Westrum; dentro de su muy poco conocida carrera en España cabe destacarla como una de las madres de El puente (Die Brücke, 1959), de Bernhard Wicki. Moriarty fue encarnado por Hans Söhnker, prestigioso actor alemán premiado con la Cruz del Mérito en 1973. Más conocida será la “chica de la película”, Ellen Blackburn, a la que da vida Senta Berger, de carrera internacional, destacando sus participaciones para Sam Peckinpah en Mayor Dundee (Major Dundee, 1965) y La cruz de hierro (Cross of Iron, 1977).

Esta película se rodó sin sonido directo. Christopher Lee, quien habla excelentemente el alemán, puso su propia voz, por ejemplo, en otra producción germana, el krimi El misterio de los narcisos amarillos (Das Geheimnis der gelben Narzissen, 1961), de Ákos Ráthonyi. Sin embargo, aquí fue doblado para la versión alemana y, cuando el film se exportó a Inglaterra (estrenándose allí en 1968), fue también doblado por una voz anónima, por lo cual no se le puede oír ni en una ni en otra versión (ni, por descontado, en la francesa o en la italiana), como tampoco, de hecho, se puede oír a Thorley Walters. Aparte de ello, en el doblaje al inglés se variaron algunos elementos de los diálogos originales. Esto repercute, lamentablemente, en poder disfrutar de la interpretación completa de este prodigioso actor, quien además posee una voz espléndida (18). Añadamos que, de paso, se le caracterizó con una nariz postiza.

El rodaje, que ocupó entre julio y agosto de 1962, tuvo lugar casi en toda su totalidad en Alemania, aunque algunas escenas se filmaron en Londres y otras en Dublín. En esta última localización, algunos extras de raza gitana se aproximaron a Lee y le interrogaron sobre sus ancestros; él poco sabía al respecto, y aquéllos le informaron que, dado su físico, muy bien pudiera haber tenido antepasados cíngaros, razonamiento que Lee consideró factible.

La película fue un fracaso, a tal punto que una segunda sobre el personaje que se anunció, y que trataría sobre Holmes investigando la desaparición de un tren, no llegó a hacerse. Terence Fisher, hablando sobre El collar de la muerte, refirió que “más valdría olvidarse de ella” (19). Christopher Lee, por su parte, comentó: “Creo que fue una lástima lo de esta película, en más de un sentido. Nunca debimos haberla hecho en Alemania con actores alemanes, a pesar de que tenía un director artístico y un realizador británicos. Los productores alemanes hicieron una mezcolanza de historias que la arruinó. Mi interpretación de Holmes es, creo, una de las mejores que he efectuado, porque traté de encarnarlo tal como fue escrito, un hombre muy intolerante, amigo de las discusiones  y complicado, y por medio del maquillaje me parecía mucho a él. Todo el mundo que lo vio me dijo que era el Holmes más cercano a cualquier otro actor, tanto en apariencia como en interpretación” (20).

Charles Prepolec, de la web BakerStreetDozen.com escribió: “En líneas generales hay algunos personajes divertidos que añaden un elemento de humor, incluyendo una interpretación de Thorley Walters tristemente cercana al estilo de Nigel Bruce. La comedia abunda en una secuencia en un pub con un Holmes disfrazado de matón. Hay algunas escenas bien interpretadas entre Lee y Hans Söhnker, que se desarrolló en un banco que rememora el fantástico enfrentamiento entre Holmes y Moriarty registrado en ‘El problema final’. Hay grandes cosas, pero lamentablemente no lo suficientemente frecuentes como en esta película” (21).

En realidad, los problemas arreciaron sobre la película desde un inicio. Estaba el caos habitual en este tipo de coproducciones, donde cada actor interpretaba en su propio idioma, por lo cual a un comentario en inglés podría venir una réplica en alemán, junto a un apunte adicional en italiano. Aparte de ello, dos de los productores, los alemanes Artur Brauner y Heinrich Von Leipzinger no se soportaban, hasta tal punto que en un momento determinado llegaron incluso al enfrentamiento físico (22). Esto desquició a Fisher, de tal modo que incluso llegó a gritar a Lee, algo que jamás hizo ni volvería a hacer. Llegado a este punto, el realizador británico decidió irse a rodar los exteriores a Irlanda, y lo que quedaba por hacer en Alemania se lo dejó a Frank Winterstein, su ayudante de dirección y, en especial, el intérprete que mediaba entre el director y los actores y el equipo germanos. De ahí que en los créditos de la copia alemana Winterstein figure como co-director (23).

En cuanto al resultado de la película, la verdad es que no es tan mala como se la suele calificar. Tiene el enorme problema de un desastroso guion debido a Curt Siodmak. Por un lado, esa “adaptación” de El Valle del Miedo, que centra una breve parte de la acción en el propio libro (el asesinato y su resolución), con un inicio y un final por completo diferentes, y con Moriarty implicado de forma física, recuerda en muchos aspectos a la versión protagonizada por Arthur Wontner de la que ya hablamos. Aquí, por cierto, la sospecha de adulterio entre la “viuda” y el amigo del “difunto” se confirma, pues ambos están enamorados. Aparte de ello, el arranque rememora un tanto a El signo de los cuatro, sin que, empero, pueda considerarse una adaptación. Además, todos los procesos deductivos de Holmes están reducidos a su mínima expresión, y en ocasiones llega a comportarse incluso de un modo torpe. Sorprende, por otro lado, la machacona insistencia sobre la utilidad del Times para resolver todo, que llega al grado de una especie de gag, solo que carente de gracia. Sumemos además el método en que los acólitos de Moriarty se hacen con el collar que transporta el furgón policial, exactamente igual a como aparecía en el clásico del cine negro El abrazo de la muerte (Criss Cross, 1949), dirigido por… Robert Siodmak, hermano de Curt.

Aquí, Moriarty es convertido es un arqueólogo de prestigio internacional, y que, tras el descubrimiento de nada menos que la momia de Cleopatra, roba un valioso collar perteneciente a esta. Thorley Walters, en su interpretación de Watson, sigue la clásica escuela de Nigel Bruce, mostrándose a veces de un tontorrón subido que asusta, aunque en otras realiza contribuciones estimables. Está lejos, con todo, del sobrio aporte que hizo André Morell en la otra adaptación por parte de Fisher. Con todo, dentro de esos cánones elegidos, Walters realiza una buena interpretación.

En cuanto a Christopher Lee como Holmes, referir que está sencillamente magnífico. Pese a que la nariz postiza sea muy ostentosa, si uno se olvida de ello cabe admitir el parecido con los grabados de Sidney Paget. Aparte de ello, en una de las pocas virtudes del guion de Siodmak, Holmes (pronunciado en el doblaje español como “Jolmes”) emplea su habitual técnica del disfraz, y por la cual siento especial debilidad: será dos veces un rudo matón, y en otra un estirado petimetre con bigotito y gafas redondas, estando espléndido en ambos cometidos. Por lo demás, Lee nos ofrece un Holmes extravagante, inteligente, adusto, alegre en ocasiones…; en definitiva, todo un espectáculo interpretativo, y que desde luego supera las limitaciones que se le insuflan en el romo guion.

Incluso cabe añadir que el actor alemán que encarna a Moriarty, Hans Söhnker, aporta un innegable empaque al mismo, superando sin esfuerzo a algunos anglosajones que acometieran idéntico cometido, el de la citada película de Arthur Wontner, por ejemplo.

Fisher, que en El perro de los Baskerville se sirvió del color, aquí emplea el blanco y negro con elegancia y potencia, utilizando algunos trucos visuales que lo confirman como un gran maestro: el juego de las llamas en la cara de los personajes, o un pequeño foco de luz en un rostro en sombras potencia la expresividad de algunos momentos, así como el flashback que narra Senta Berger, filmado con encuadres inclinados, lo cual le otorga resonancias a lo Orson Welles. El realizador confiere ritmo a la narración y esta se ofrece fluida, sin un solo tiempo muerto, con un hábil uso de la variación de escenarios.

El film, como se ha visto, tiene puntos negativos, el pésimo guion y una banda sonora terrible de sones sesenteros. Además, ofrece una ambientación surrealista, que parece alternar los años veinte con los sesenta, mezclando coches de época con vestimentas y peinados contemporáneos (a la época en que se rodó), de un modo incomprensible. Empero, las interpretaciones, la hermosa fotografía y la sobria puesta en escena de Fisher logran paliar esas limitaciones conformando un título, no para las antologías, pero sí simpático y que se ve con agrado. Lástima, porque estando dirigida por Terence Fisher, uno se esperaba una obra maestra.

Dirección: Terence Fisher. Productor: Artur Brauner para Central Cinema Company Film, Criterion Productions, Incei Film, Constantin Film Produktion. Productor ejecutivo: Wolf Brauner. Guion: Curt Siodmak. Fotografía: Richard Angst. Música: Martin Slavin. Montaje: Ira Oberberg. Dirección artística: Paul Markwitz. Efectos especiales de maquillaje: Paul Markwitz. Ayudante de dirección: Frank Winterstein. Intérpretes: Christopher Lee (Sherlock Holmes), Hans Söhnker (profesor Moriarty), Thorley Walters (Dr. Watson), Hans Nielsen (inspector Cooper), Senta Berger (Ellen Blackburn), Ivan Desny (Paul King), Wolfgang Lukschy (Peter Blackburn), Leon Askin (Charles), Edith Schultze-Westrum (Mrs. Hudson), Bruno W. Pantel (subastador), Heinrich Gies (comprador de Texas), Bernard La Jarrige (policía francés), Linda Sini (chica), Roland Armontel (doctor), Danielle Argence (bibliotecario del Times), Franco Giacobini (coleccionistas de Texas), Waldemar Frahm (mayordomo), Rena Horten (Emily Kellner), Max Strassberg (Johnny), Corrado Annicelli (Samuels), Pierre Gualdi (Wirt), Kurt Hain (encargado de Correos)… Nacionalidad y año: Alemania, Francia, Italia 1962. Duración y datos técnicos: 83 min. B/N 1.66:1.

Fecha de estreno: 30 de noviembre de 1962 (Alemania); 3 de mayo de 1963 (Italia); 20 de mayo de 1964 (Francia); 10 de mayo de 1965 (España).

La valle della paura (1968)

 

El presente es un telefilm italiano muy poco conocido, que adapta, una vez más la novela que nos concierne. Producido por la RAI, en la dirección contamos con Guglielmo Morandi, un hombre, según parece, dedicado casi enteramente al medio. Precediendo a la presente rodó la adaptación también de El perro de Baskerville con L’ultimo dei Baskerville, protagonizada de igual modo por Gazzolo y Bonagura como Holmes y Watson. Por lo que se conoce de la carrera de Morandi, esta parece centrarse en especial en el género criminal, en muchos casos versioneando autores extranjeros (Edgar Wallace no podía faltar), a tal punto que ha sido definido como “un experto en el romanticismo inglés”. Rodó una serie de doce episodios titulada Tenente Sheridan (1959-1961), que alcanzaría tal éxito que dispondría de una continuación, Ritorna il tenente Sheridan (1963), ya sin el concurso de él. Parece ser que solo dirigió una película para cines, L’oro di Londra (1967), con el seudónimo de Billy Moore, con fines de exportación, y una vez más basándose en Wallace.

Como Sherlock Holmes tenemos a Nando Gazzolo, activo trabajador televisivo que colaboraría en diversas ocasiones con Morandi. Y como Watson figura Gianni Bonagura, que también participaría varias veces tanto con el director como con su compañero de reparto.

Según parece, La valle della paura se emitió dividido en tres partes, componiendo en total una mini-serie de seis episodios junto a la otra adaptación referida, y bajo el título globalizador de Sherlock Holmes. Tal como se refiere, al ser esta la segunda aportación, aparece más sólida en producción, con una dirección menos estática y un reparto menos teatral. La adaptación parece ser bastante fiel al libro, y se destaca la perfecta dicción (al italiano, por supuesto) del dúo protagonista.

Dirección: Guglielmo Morandi. Producción: Radiotelevisione Italiana (RAI). Guion: Anton Giulio Majano. Decorados: Amedeo Puthod. Intérpretes: Nando Gazzolo (Sherlock Holmes), Gianni Bonagura (Dr. Watson), Leonardo Severini (Ames), Cesarina Gheraldi (Mrs. Allen), Anna Miserocchi (Ivy Douglas), Mario Erpichini (Cecil Barker), F. Paolo D’Amato (Jack Mc Donald), Antonietta Lambroni (Mrs. Clarke), Francesco Sormano (inspector Mc Donald), Enrico Ostermann (inspector Mason), Giuseppe Mancini (Jackson), Mario Laurentino (sargento Wood), Ernesto Colli (Turner)… Nacionalidad y año: Italia 1968. Duración y datos técnicos: 112 min. B/N 1.33:1.

El Valle del Miedo (Sherlock Holmes and the Valley of Fear) (1983)

 

El acto de realizar adaptaciones de clásicos de la literatura en el formato de animación (sea para televisión o para lo que, en tiempos, se denominó “directos a vídeo”, o DVD) es bastante común. El motivo puede ser doble: por un lado, se dispone de una historia base de calidad de forma gratuita, al ser la obra ya libre de derechos, y por otro lado se efectúa la noble labor de ofrecer de un modo fácil un acercamiento de la cultura literaria a los niños, supuestos receptores de este tipo de productos. Así, versiones de las obras de autores como Jules Verne, Robert Louis Stevenson, Charles Dickens o Walter Scott, por poner unos ejemplos, son bastante comunes. Sir Arthur Conan Doyle no podía faltar, y es muy posible que, aparte de lo aquí referido, haya más por parte de compañías pequeñas norteamericanas o canadienses, las más habituales en realizar estas versiones.

De procedencia australiana es un ciclo de cuatro adaptaciones de clásicos de nuestro escritor. A la presente se suman también Estudio en escarlata (Sherlock Holmes and a Study in Scarlet), El perro de Baskerville (Sherlock Holmes and the Baskerville Curse) y El signo de los cuatro (Sherlock Holmes and the Sign of Four), es decir, las cuatro novelas que Conan Doyle escribió sobre el detective de Baker Street, y todas ellas realizadas en 1983.

La producción proviene de los estudios Burbank Films Australia, que entre 1982 y 1989 originó casi cuarenta versiones de la índole que referíamos al inicio, comenzando con Oliver Twist, de Dickens, y finalizando con Los hermanos corsos, de Alexandre Dumas padre. Estas películas, de cincuenta minutos de duración, estaban destinadas a rellenar la programación televisiva, amén de su venta en formato casero.

Es sorprendente cómo se contó con un alto grado de compromiso artístico al disponer de un actor de la talla de Peter O’Toole para poner voz a Sherlock Holmes. Que uno sepa, tal responsabilidad no se extendió al resto de las producciones de la casa, siendo los demás doblados por actores especializados en estas labores. O’Toole, por cierto, más adelante se haría cargo de interpretar a Arthur Conan Doyle en la muy apreciable Cuento de hadas (FairyTale: A True Story, 1997), de Charles Sturridge. Por lo demás, la voz de Watson fue puesta por Earle Cross, un actor que realizaría igual cometido en una adaptación de El hombre de la máscara de acero, de Dumas padre, amén de aparecer físicamente en unas pocas series televisivas australianas.

La conversión de la novela es casi literal, de hecho demasiado, pues se hace en exceso discursiva, con dibujos estáticos hablando sin parar, faltándoles dinamismo cinematográfico. El diseño de los dibujos, por lo demás, ofrece el simplismo característico de este tipo de producciones. La narración es fría, sobrecargada, y aparenta demasiado aburrida y dialogada para los niños, teóricos destinatarios de esta clase de adaptaciones, como dijimos; para los adultos amantes del original literario, lo cautivante de la historia original se ve perjudicado por la simplista resolución visual y artística del conjunto. En lo que respecta a la trama, ya se ha referido el hecho de la fidelidad; la mayor parte de la historia se centra en la primera parte de la novela, estando resuelta la segunda en menos de diez minutos.

Dirección: Ian Mackenzie y Alex Nicholas. Productor: Tom Stacey para Burbank Films Australia. Co-productores ejecutivos: Tom Stacey, George Stephenson. Guion: Norma Green. Música: John Stuart. Montaje: Peter Jennings, Caroline Neave. Consultor creativo: Eddy Graham. Coordinador de producción: Joy Craste. Storyboard: Richard Slapczynski. Intérpretes: Dibujos animados, con las voces (en la VO) de Peter O’Toole (Sherlock Holmes), Earle Cross (Dr. Watson), Brian Adams, Colin Borgonon, Judy Nunn, Ron Haddrick, Robin Stewart, John Stone, Henri Szeps… Nacionalidad y año: Australia 1983. Duración y datos técnicos: 48 min. color 1.33:1.

Notas: 

13 Citado por Alan Barnes: Sherlock Holmes On Screen: The Complete Film and TV History. Titan Books, 2012; págs. 180-185.

14 Citado por Peter Haining: The Television Sherlock Holmes. Virgin Books, 1994; pág. 57.

15 En todo caso, siempre nos quedará la duda de saber qué tal hubiese quedado Leslie Howard en el cometido de Sherlock Holmes, pero a mi juicio hubiese sido ideal.

16 Citado por Peter Haining. Op. cit.; pág. 58.

17 Íbid.

18 La edición en DVD que hay en España ofrece la versión original alemana. Por suerte, el doblaje que se incluye es el original de su estreno en nuestro país, y no un pésimo redoblaje contemporáneo, por lo cual puestos a ver a Lee doblado al alemán, es preferible verlo en español, que además ofrece una mayor calidad.

19 Davies, David Stuart: Holmes of the Movies: The Screen Career of Sherlock Holmes. Bramhall House, 1978; págs. 129-130.

20 Íbid; pág. 130.

21 http://bakerstreetdozen.com/lee.html

22 Curiosamente, Leipzinger no aparece en los créditos.

23 Como director solo constan dos labores suyas, en una serie de televisión y el film de aventuras Die Hölle von Macao (1967), co-dirigido con James Hill. Como ayudante de dirección cabe apuntar su colaboración en el espléndido díptico El tigre de Esnapur (Der Tiger von Eschnapur) / La tumba india (Das indische Grabmal), dirigido en 1959 por Fritz Lang; también participó en un interesante film bélico producido por la Hammer, Ten Seconds to Hell [tv: A diez segundos del infierno, 1959], de Robert Aldrich.

 

El Valle a veinticuatro imágenes por segundo (parte 1)

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Por Carlos Diaz Maroto

(Nota: Para seguir aumentando la gente que ocntribuye a la página, ahora tenemos a Carlos Diaz Maroto, escritor y especialista en cine que lleva años escribiendo sobre el tema. Carlos fue muy generoso en permitirnos publicar esta nota sobre las adaptaciones fílmicas de una de las novelas de Sherlock Holmes. Como es larga, la dividimos en varias partes. Espero la disfruten y , de nuevo, ¡gracias, Carlos!)

Sir Arthur Conan Doyle escribió cuatro novelas dedicadas a su personaje Sherlock Holmes: Estudio en escarlata, El signo de los cuatro, El perro de los Baskerville y El Valle del Miedo. Mientras que El perro de los Baskerville sigue una estructura diferente, las otras tres novelas suministran una distribución idéntica en su disposición. Así, tenemos una primera parte en la cual se presenta el caso ante Sherlock Holmes, este efectúa la investigación pertinente y acaba descubriendo el meollo de todo; y una segunda parte, con formato de flash-back (de menor extensión en El signo…), en la cual uno de los personajes principales narra de dónde partió todo, y que se desarrolla en un entorno geográfico totalmente distinto, lejos de Londres.

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El Valle del Miedo se ofreció serializada en el Strand entre septiembre de 1914 y mayo de 1915, y fue publicada en formato de libro en Nueva York en febrero de 1915. Es, de las cuatro referidas novelas, la que menos adaptaciones cinematográficas o televisivas ha deparado, ofreciendo solo, salvo error, seis versiones. En lo que se refiere a las otras dos novelas que parten de la estructura dual referida, por lo general han sido adaptadas siguiendo dos tónicas: o bien se elimina la segunda parte, quedando resumida en dos o tres frases pronunciadas al final, o bien se presenta en un breve flashback de unos minutos, muchas veces al inicio del film, para después saltar, varios años después, a Londres y al entorno que todos conocemos. Sin embargo, El Valle del Miedo ofrece unas características que dificultan esa estructuración: su primera parte, la de la investigación sherlockiana, es notoriamente breve y exhibe muy poca variedad escenográfica, lo cual en una traslación brindaría tan escaso metraje como cierta monotonía visual; y la segunda parte es tan diferente en tono y forma a la primera que el resultado semejaría disperso en exceso. En la celebrada serie de Granada Television protagonizada por Jeremy Brett se rodaron muchas de las historias, y sin embargo El Valle del Miedo no gozó de ese honor, lo cual es significativo.

Las adaptaciones

The Valley of Fear (1916)

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La primera versión de la novela de la cual tenemos constancia es esta producción británica muda, de muy difícil visionado, si no es que está desaparecida, que es lo más probable. Por no estar claro, ni siquiera lo está quién la dirigió. Las fuentes oficiales citan a Alexander Butler, un activo realizador inglés que debutó en 1913 con una serie de cortos, para pasar al largo ese mismo año. Contó con una filmografía de hasta setenta títulos, retirándose en 1926 con A Royal Divorce, a partir de una obra teatral. Clásico pionero del cine británico de la época, ninguno de sus títulos ha pasado a la historia del cine, entre los cuales cuenta una versión de Mujercitas o una visión de los amores de Napoleón y Josefina.
Sin embargo, en algunas fuentes se presupone que el director bien hubiera podido ser Fred Paul (1880-1967), prolífico actor que también ejerció como realizador. En esta última faceta su carrera discurre entre 1915 y 1931, con gran cantidad de cortometrajes. En todo caso, cabe destacar en su cometido como actor un ciclo de películas centradas en el pérfido doctor Fu Manchú, encarnado por H. Agar Lyons, y donde Paul personificaba a Sir Nayland Smith, némesis del criminal, comenzando con The Scented Envelopes (1923), de A. E. Coleby, y finalizando con The Midnight Summons (1924), que dirigió el propio Paul, junto a otras entregas de la saga compuesta por un total de veintitrés películas. Curiosamente, se cita que en The Clue of the Pigtail (1923), también de Coleby, había tres actores para encarnar a Fu Manchú: el habitual Lyons, Paul y Humberston Wright.

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Volviendo a la presente cinta, destaquemos que la adaptación de la novela fue realizada por Harry Engholm, quien en 1914 ya escribió una versión de A Study in Scarlet, también desaparecida, dirigida por George Pearson, con James Bragington como Sherlock Holmes y el referido Fred Pole encarnando a Jefferson Hope, sin que sepamos quién encarnaba a Watson, si es que salía.
En el film que nos centramos es H. A. Saintsbury (1869-1939) quien da vida a Sherlock Holmes, siendo esta la única película que rodó. Habitual actor y autor teatral, precisamente fue en la escena donde se popularizó encarnando al detective, y fue mentor de Charles Chaplin cuando este contaba trece años de edad. Ese mismo año, 1903, Harry Arthur Saintsbury encarnó al genio de Baker Street en la versión de William Gillette, y Chaplin asumió el rol de Billy. En 1910 Saintsbury volvió a encarnar a Holmes en una adaptación de “La banda de lunares” escrita por él mismo (1), y de nuevo lo asumió en un revival de la obra en 1921 y una vez más representó la visión de Gillette en 1929. Se dice que cuando el actor interpretó esta película había dado vida al detective más de cien veces en escena, y después de 1929 lo había hecho un total de mil cuatrocientas veces. Chaplin quedó muy impresionado de la interpretación de Saintsbury, a tal punto que en 1964 referiría en su autobiografía:

Mr. H. A. Saintsbury, quien interpretó a Holmes en la gira, era una réplica perfecta de las ilustraciones de The Strand Magazine. Tenía un rostro alargado y sensible y una frente majestuosa. De todos los que han interpretado a Holmes fue considerado el mejor, incluso superior a William Gillette, el Holmes original y autor de la obra.(2)

Booth Conway figura en las fichas como el tercero en el reparto encarnando a Moriarty, por encima de Watson inclusive, lo que hace sospechar su presencia física, cuando en la novela no llega a aparecer, y solo se intuye su intervención en los hechos. De breve carrera cinematográfica (su trabajo no llega a la veintena), encarnó a Quasimodo en Esmeralda (1922), de Edwin J. Collins, filmación de un extracto de la representación teatral, que también se ofreció con otras a modo de largometraje como Tense Moments from Great Plays.

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En cuanto al citado Watson, el cometido corrió a cargo de Arthur M. Cullin. En 1914 había encarnado al Espíritu de las Navidades Pasadas en una adaptación cinematográfica de A Christmas Carol, de Dickens, dirigida por Harold M. Shaw. Sin embargo, más significativo resulta, a los efectos que nos conciernen, que volviera a dar vida a Watson en La marca de los cuatro (The Sign of Four, 1923), escrita y dirigida por Maurice Elvey, una de las entregas de la saga de Eille Norwood como Holmes, y en la que en las otras películas fue Hubert Willis quien se ocupó del buen doctor. Incluso ese mismo año volvió a aparecer en otra adaptación de la obra de Sir Arthur Conan Doyle con La tragedia del “Korosko” (Fires of Fate), de Tom Terriss.
La producción fue debida a G. B. Samuelson Productions, que también ofreció en 1914 la citada versión de Estudio en escarlata. Las sinopsis que existen de la película son escuetas: “Un ex convicto intenta matar al detective que en tiempos se hizo pasar por miembro de un clan encapuchado en Estados Unidos”.

Dirección: Alexander Butler. Productora: G. B. Samuelson Productions. Guion: Harry Engholm. Intérpretes: H. A. Saintsbury (Sherlock Holmes), Daisy Burrell (Ettie Shafter), Booth Conway (profesor Moriarty), Jack McCauley (McGinty), Cecil Mannering (John McMurdo), Arthur M. Cullin (doctor Watson), Lionel d’Aragon (capitán Marvin), Bernard Vaughan (Shafter), Jack Clare (Ted Baldwin)… Nacionalidad y año: Reino Unido 1916. Duración y datos técnicos: 1981 metros (7 bobinas) B/N 1.33:1.
Fecha de estreno: mayo de 1916 (Reino Unido); enero de 1917 (Estados Unidos).

The Triumph of Sherlock Holmes [dvd: El Valle del Miedo, 1935]

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Arthur Wontner nació en Londres, Inglaterra, el 21 de enero de 1875, y falleció en la misma ciudad el 10 de julio de 1960, a la edad de 85 años. En 1897, con veintidós años, debuta en el teatro, interpretando clásicos (desde Shakespeare hasta Ben-Hur), y llegaría a actuar en Broadway y otros países, como Italia y Australia. El escritor Sax Rohmer, creador de Fu Manchú, habló con Wontner con el fin de ofrecerle el papel del detective Paul Harley en la lujosa obra teatral The Eye of Siva, que se representó con gran éxito en el New Theatre, en el West End londinense, en 1923. Dieciocho años después de su debut teatral aparecería en el cine, en 1916, con Temptation’s Hour, de Sidney Morgan. Hacia 1923 empezó a encarnar papeles protagonistas, y su primera aparición como Holmes es su también primer film sonoro, tras un cortometraje en 1930. De las escasas películas en que aparece estrenadas en España podrían citarse Una muchacha y diez bandidos (Kate Plus Ten, 1938), de Reginald Denham, la excelente Coronel Blimp (The Life and Death of Colonel Blimp, 1943), de Michael Powell y Emeric Pressburger, La mansión de los Fury (Blanche Fury, 1948), de Marc Allégret, la reconocida comedia Genoveva (Genevieve, 1953), de Henry Cornelius, o Los gavilanes del estrecho (Sea Devils, 1953), de Raoul Walsh, siempre en cometidos menores. Su última película fue Three Cases of Murder [tv/dvd: Tres casos de asesinato, 1955], de David Eady, George More O’Ferrall y Wendy Toye, en el segmento “Lord Mountdrago” debido a O’Ferrall, que estaba protagonizado por Orson Welles.

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Su llegada al cometido de Sherlock Holmes fue un poco de rebote. En 1930, y en el teatro Prince Edward de Londres, Wontner interpretó al personaje Sexton Blake, una especie de imitación de la creación de Sir Arthur Conan Doyle. La obra no fue un gran éxito, pero el cometido de Wontner no pasó desapercibido. Los críticos resaltaron su gran parecido con Sherlock Holmes, e incluso Arthur Conan Doyle, en un encuentro que había tenido con el actor tiempo atrás, había percibido la semejanza. Así pues, cuando se decidió rodar en el Reino Unido una aventura de nuestro detective, la elección de Wontner pareció evidente; un mes después de acabadas las representaciones fue llamado para hablar sobre el papel, en diciembre de 1930 se le hacen unas pruebas y al poco es elegido. Y así, con cincuenta y cinco años de edad, el actor incorporó por primera vez a Sherlock Holmes. El ciclo completo de películas que se rodaron es el siguiente:

• The Sleeping Cardinal (1931) (EE.UU.: Sherlock Holmes’ Fatal Hour), de Leslie Hiscott, basada en “The Adventure of the Empty House” y “The Final Problem”.
• The Missing Rembrandt (1932), de Leslie Hiscott, basada en “The Adventure of Charles Augustus Milverton”.
• La marca de los cuatro (The Sign of Four: Sherlock Holmes’ Greatest Case, 1932), de Graham Cutts.
• The Triumph of Sherlock Holmes (1935), de Leslie S. Hiscott, basada en The Valley of Fear.
• Silver Blaze (1937) (EE.UU.: Murder at the Baskervilles), de Thomas Bentley, basada en “Silver Blaze”.

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Wontner volvería a dar vida a Holmes en varias ocasiones más. Por un lado, en 1943, en una representación radiofónica para la BBC del relato de Conan Doyle “The Boscombe Valley Mystery” junto a Carleton Hobbs como Watson, actor que después, por cierto, también se haría cargo de Holmes en la radio. Y de nuevo lo encarnó, ahora para televisión, en 1951, cuando tenía ya setenta y seis años, dentro de un festival de nivel nacional, el Festival of Britain.
El especialista en el Canon Vincent Starrett, fundador de la delegación de Chicago de los Baker Street Irregulars, llegó a declarar: “No se ha visto ni oído mejor Sherlock Holmes que Arthur Wontner hasta ahora… El rostro intenso y cordial y la sonrisa tranquila e intuitiva brotan de las mismas páginas de los libros” (3). El caso es que mucha gente, tanto estudiosos como fans del personaje, e incluso hoy en día, coinciden en esa aseveración en situar a Wontner entre los actores más dotados que han dado vida a la inmortal creación de Sir Arthur Conan Doyle. Y también se llegaría a decir de él: “Wontner fue el primer Holmes en descargar las constantes impuestas por Gillette(4) y volver a la concepción de las historias originales del maestro detective equilibrado, de moral inquebrantable y vivamente ingenioso”(5). Llegaría a ser tan reconocido que fue nombrado miembro honorario de la Sherlock Holmes Society de Londres.

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The Triumph of Sherlock Holmes (1935), de Leslie S. Hiscott, es la cuarta entrega de la serie, como hemos visto, y el productor Julius Hagen volvió a hacerse cargo de la misma, tras su participación en casi todas las previas, ahora con destino a Real Art Productions. También supuso el regreso de Ian Fleming en el papel de doctor Watson y de Minnie Rayner como la señora Hudson, así como el de Hiscott en el ámbito de la dirección.
Ian Fleming se haría cargo de todos los cometidos en el referido papel salvo en La marca de los cuatro. Fleming, por supuesto, nada tiene que ver con el célebre escritor creador de James Bond (6). “Nuestro” Ian Fleming nació como Ian MacFarlane en Melbourne, Australia, el 10 de septiembre de 1888, y falleció en Londres, Inglaterra, el 1 de enero de 1969. Debutó en el teatro en 1904, y en cine en 1927. Con solo cuatro películas a sus espaldas gozó del honor de ser elegido como Watson, y disfrutó de una amplia carrera donde encarnó sobre todo a servidores públicos o jueces. Curiosamente, en 1935, apareció en Sexton Blake and the Mademoiselle, de Alex Bryce, adaptación de la novela de G. H. Teed, con George Curzon encarnando a Blake. Finalizó su carrera en televisión, donde su último cometido fue en la mini-serie The Caesars (1968).

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Minnie Rayner asumiría el papel de Mrs. Hudson en todas las entregas salvo en la previa La marca de los cuatro, de igual modo, pues suponía una especie de ruptura en el ciclo en muchos sentidos. Se trata de una rotunda señora, de abundantes carnes, que puede que sea la más gruesa Mrs. Hudson que nos ha legado el cine, amén de exhibir un fuerte acento cockney.
El director encargado de todo fue Leslie S. Hiscott (1894-1968), que en 1931 dirigió Alibi, primera visión cinematográfica de Hercule Poirot, el detective creado por Agatha Christie, y que tanto debe a Holmes. Y es que Hiscott sería un activo cultivador del cine policiaco y criminal, adaptando también a otro célebre investigador, el inspector Hanaud, creado por A. E. W. Mason, el autor de Las cuatro plumas. Se inició en el cine mudo, y su última película fue Tons of Trouble (1956). Hiscott haría aportaciones al ciclo de Wontner con la primera película, The Sleeping Cardinal (1931), la segunda, The Missing Rembrandt (1932), así como la presente.
H. Fowler Mear y Cyril Twyford, guionistas de los dos primeros títulos, también retornan para escribir esta adaptación de El Valle del Miedo, última de las cuatro novelas sobre Sherlock Holmes escritas por Arthur Conan Doyle, y la menos adaptada de todas ellas (7) .

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El actor Charles Mortimer asume el cometido de inspector Lestrade, en sustitución de Philip Hewland, presente en entregas previas. Y para encarnar a Moriarty, tras la muerte del actor Norman McKinnel lo reemplaza Lyn Harding. Harding ya había aparecido en otra aventura holmesiana, The Speckled Band (1931), de Jack Raymond, con Raymond Massey en el rol protagonista, dando vida al doctor Rylott, y regresaría en Silver Blaze, de nuevo como Moriarty. En la novela este genio del mal no llega a aparecer físicamente, aunque se percibe su presencia en las sombras, moviendo los hilos de lo que acontece. También reaparece aquí otro personaje procedente de The Sleeping Cardinal, el coronel Sebastian Moran, que allí asumía un rol secundario pese a su importancia en el Canon.
El Valle del Miedo o El Valle del Terror, que de las dos maneras se suele publicar en España, está considerado por el especialista John Dickson Carr una de las cinco mejores novelas de detectives de la historia (8). El especialista William S. Baring-Gould estableció que la acción tiene lugar en enero de 1888, y por tanto es anterior a lo acontecido en “El problema final” (9) . El libro se estructura en dos partes. La primera es un clásico caso de habitación cerrada, que aporta una vuelta de tuerca final conseguidísima, aunque su extensión es algo inferior a la norma, semejando casi un relato. Durante la segunda parte se nos pone en antecedentes de lo que aconteció, para lo cual se hace uso de un hecho real.
En el momento del estreno la crítica refirió: “La película sigue la trama de la novela con fluidez y mucho ingenio, con la excepción de la aparición hoy indispensable de profesor Moriarty. Arthur Wontner es el único Sherlock Holmes. Su modo de interpretar está en perfecta sintonía y parece haber salido directas de las ilustraciones de Sidney Paget que han hecho a Sherlock Holmes universalmente reconocible” (10) .
De igual modo que en la novela la parte actual difiere de manera ostentosa en tono y estilo con el largo flashback que compone la segunda parte, en la película ese flashbacks (que es narrado a la mitad del film, no al final, y por otro personaje) también ofrece una textura muy diferente, con un enfoque más lóbrego y atmosférico, al punto de que muchos estudiosos han considerado que pudiera haber sido rodado por un equipo distinto. Incluso la interpretación de Jane Carr en ambas partes es muy diferente. Y es que, habiendo visto con anterioridad The Sleeping Cardinal, es difícil creer que el director de esos momentos sea el mismo. Por el contrario, los instantes ambientados en la actualidad son más encorsetados, más teatrales y rígidos, pero ello ayuda a crear un contraste entre ambos segmentos que proporciona mayor intensidad al resultado, logrando una película bastante apreciable.

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El film arranca con Holmes retirado, aunque no lo vemos con sus abejas en el campo; presumiblemente está en Baker Street de visita, para comprobar los efectos que han causado su retiro, por un lado, y cómo Watson (que refiere estar casado) adapta las habitaciones para consulta médica. Se hace mención a Moriarty y este aparece, emulando la visita que hizo en The Sleeping Cardinal –y, por ende, en “El problema final”–. Una vez más, se aporta demasiada información al espectador con la escena entre Moriarty y el matón norteamericano; en todo caso, ofrece un atractivo elemento, como es la aparición y desaparición de Moriarty como por arte de magia.
Después, ya estamos con Holmes en su retiro, a donde se ha llevado a Mrs. Hudson con él (11) ; Watson irá a visitarlo, dejando a su esposa en casa, y a la cual no veremos en momento alguno. La mención al retiro de Holmes, el peluquín mucho más leve de Wontner (que acaso no sea sino su propio cabello peinado en “cortinilla”) y la reaparición del maduro Ian Fleming como Watson parecen una buena justificación para la edad de ambos actores.
Dejando a un lado la inclusión de Moriarty en la trama, el film supone una adaptación bastante fiel de la novela, eliminando algunos elementos y acelerando la acción, lo cual provoca que determinados asuntos no queden del todo bien explicados, haciendo semejar las deducciones de Holmes algo casuales. Para los autores Chris Steinbrunner y Norman Michaels (12) se trata de la mejor entrega de todas las de la saga, y por mi parte no puedo estar más de acuerdo. Por cierto que la “muerte” final de Moriarty, en determinados aspectos, emula la que aconteció en Reichenbach; aquí no hay cataratas, pero la caída desde lo alto a las aguas parece remedar idéntico fin.

Dirección: Leslie S. Hiscott. Productor: Julius Hagen para Real Art Productions. Guion: H. Fowler Mear, Cyril Twyford. Fotografía: William Luff. Música: W. L. Trytel; música de stock: Michel Brusselmans. Montaje: Jack Harris, Ralph Kemplen. Dirección artística: James A. Carter. Intérpretes: Arthur Wontner (Sherlock Holmes), Lyn Harding (profesor Moriarty), Leslie Perrins (John Douglas), Jane Carr (Ettie Douglas), Ian Fleming (Dr. John H. Watson), Charles Mortimer (inspector Lestrade), Minnie Rayner (Mrs. Hudson), Michael Shepley (Cecil Barker), Ben Welden (Ted Balding), Roy Emerton (Boss McGinty), Conway Dixon (Ames), Wilfrid Caithness (coronel Sebastian Moran), Edmund D’Alby (capitán Marvin), Ernest Lynds (Jacob Shafter). Nacionalidad y año: Reino Unido 1935. Duración y datos técnicos: 84/75/79 min. B/N 1.37:1.
Fecha de estreno: febrero de 1935 (RU); 24 de mayo de 1935 (EE.UU.).

Notas:
(1) Véase The «Speckled band» on its errand of death: Sir Arthur Conan Doyle’s new play at the Adelphi (Illustrated London News & Sketch, 1910), escrita con Cyrus Cunfo.
(2) Charlie Chaplin, My autobiography (1964), pág. 81.
(3) En su libro The Private Life of Sherlock Holmes, publicado en 1933 por Macmillan. Una edición revisada fue publicada por The University of Chicago Press en 1960. Por supuesto, la película de Billy Wilder no tiene nada que ver con esta obra.
(4) William Gillette (1853–1937) fue un autor y actor teatral. Creador de una versión escénica del personaje, que debutó el 23 de octubre de 1899 en el teatro Star, en la localidad de Buffalo, Gillette impuso muchos de los tópicos y constantes de Holmes: fue el primer actor que vistió el clásico gorro de cazador, y mostró la lupa, el violín y la jeringuilla, todos elementos provenientes de las historias, pero impuso la pipa curvada en lugar de la recta que se veía en las ilustraciones de Sidney Paget.
(5) En The BFI Companion to Crime; editado por Phil Hardy; prólogo de Richard Attenborough. University of California Press, 1997; pág. 170.
(6) Sin embargo, en algunas ediciones norteamericanas en VHS de esta película se refiere en la contra–carátula erróneamente que sí lo es.
(7) A las comentadas en este artículo sumemos también una rareza, Odio en las entrañas (The Molly Maguires, 1970), de Martin Ritt, que podría definirse como una adaptación de solo la segunda parte de la novela. Como tal rareza, se analiza aparte.
(8) Aparte de ello, muchos expertos consideran que la novela de Dashiell Hammett Cosecha roja (Red Harvest, 1929) debe mucho a El Valle del Miedo, y de hecho si se observa con detenimiento la estructura es muy similar.
(9) Lo cual provoca un fallo de continuidad, puesto que en “El problema final” se nos informa que Watson jamás había oído hablar de Moriarty.
(10) Monthly Film Bulletin Nº 14 (marzo de 1935).
(11) Sherlock Holmes se retiró a una granja de Sussex a finales de 1903; allí le sirvió una asistenta llamada Martha. Mientras, Watson estaba ubicado en un nuevo domicilio, en Queen Anne Street, junto a su esposa de aquel entonces, con quien se había casado el verano de 1902, y había vuelto a la práctica de la medicina.
(12) En The Films of Sherlock Holmes. Secaucus (New Jersey): Citadel Press, 1978; pág. 51. Existe edición española: Las películas de Sherlock Holmes; traducción de Rocío Valero. Madrid: T&B, 1999.

 

El ángel de la música (The Canary Trainer, 1993)

Autor: Nicholas Meyer

Traductor: María Camps

Edita: Ediciones B. 1996.

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Meyer, como guionista y realizador de cine, se ha prodigado en la ciencia ficción, siendo director de películas como Los pasajeros del tiempo (1979), El día después (1983) o las entregas segunda y sexta de la serie Star Trek, además de escribir otros muchos guiones del género. En cambio, como novelista, su interés parece decantarse más hacia el género policíaco y en especial hacia el más célebre detective de todos los tiempos: Sherlock Holmes. A él dedicó sus novelas The Seven-Per-Cent Solution (1974) llevada al cine y estrenada en España como Elemental, doctor Freud (1976), The West End Horror y The Canary Trainer (1993), que se publicó con el metamorfoseado título de El ángel de la música.

Muchos admiradores de Holmes se habrán preguntado dónde estuvo y qué hizo su héroe durante los llamados «años oscuros», cuando todo el mundo lo daba por muerto una vez que Arthur Conan Doyle decidió despeñarlo por las cascadas de Reichenbach. En esta novela Meyer nos desvela parte del secreto, mostrando a un Sherlock Holmes agobiado por la fama que los relatos de Watson le han deparado y descubriendo los placeres de su recién adquirido anonimato. El detective viaja por Europa y acaba estableciéndose en París. Allí, para ganarse el sustento, entra a trabajar como primer violinista en la Ópera. ¿Adivinan con qué misterio puede enfrentarse Sherlock Holmes en tal escenario? Evidentemente, sólo podía tropezar con su famoso Fantasma.

Meyer reescribe la historia de Gaston Leroux al que homenajea dando su nombre a uno de los personajes y para ello lleva a cabo una excelente recreación del París del Segundo Imperio. Tal vez sea ésta su única nota sobresaliente, pues limitándose a utilizar trama y personajes creados por otros autores, no puede decirse de El ángel de la música que sea una obra original. De hecho, ésta nos parecerá extrañamente conservadora si la comparamos con alguna de las novelas anteriores del propio Meyer y su visión heterodoxa de Sherlock Holmes. Quienes conozcan Elemental, doctor Freud recordaran su enfoque psicoanalítico del enfrentamiento entre Holmes y Moriarty: no tiene desperdicio.

De cualquier modo, El ángel de la música está eficazmente narrada y no aburre en absoluto, por más que el lector conozca de sobras la historia del Fantasma de la Ópera de anteriores versiones. Meyer escribe con fluidez, sin bajones de ritmo y cuenta desde el principio con un triunfo en su mano que ya le da la partida casi por ganada: el carisma de su protagonista. Como tanto debió lamentar Conan Doyle, la fuerza de Sherlock Holmes sobresale por encima de cualquier artificio literario, aun del más torpe.

Sherlock Holmes de Baker Street (Sherlock Holmes Of Baker Street, 1962)

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Autor: William S. Baring-Gould

Colección: El Club Diógenes

Edita: Valdemar, Madrid, 1999

Pocos personajes ficticios literarios generan el nivel de fanatismo como lo hace Sherlock Holmes. Por más de cien años los lectores del personaje de Arthur Conan Doyle han leído con obsesión sus historias, tratando de darle un orden a ellas. Lo cual no es tan fácil porque Conan Doyle se despreocupaba bastante por la cronología interna de la serie. Este ejercicio de aficionados fue convirtiéndose en el paso del tiempo en lo que se conoce como The Game (El Juego), donde los sherlockianos han marcado las discrepancias entre ellas y buscan explicarlas, adjudicando las inconsistencias a la decisión del doctor Watson de engañar en detalles a los lectores para favorecer su privacidad y la de suamigo y la suya mientras, a su vez, poder contar sus aventuras.

Tal vez el producto más elaborado de este Juego sea esta biografía producida por uno de los sherlockianos más reconocidos. William S. Baring-Gould escribió esta biografía ficticia del detective más famoso de todos los tiempos con toda la seriedad que podría encarar la biografía de un personaje real. El resultado puede resultar o un ejercicio fascinante o una estupidez colosal, dependiendo de cómo valoren ustedes la idea. Personalmente yo entro en los que creen que esto es un ejercicio brillante, que , si lo leyera alguien que no supiera que es un personaje de ficción, creería que se habla de alguien que efectivamente existió. De hecho, este libro fue el modelo en que Philip J. Farmer se basó para crear sus biografías ficticias de Tarzan y Doc Savage y por ende, la creación de lo que se conoce como el Wold Newton Universe (ejercicio nerd de categoría uno, por cierto).

Desde ya, si ustedes son fans del personaje, les recomiendo que lo lean, así como si están interesados en ver como se aplican los recursos estilísticos de la biografía de no ficción en un personaje ficticio. Pero sino, es que les va a resultar muuuy nerd.