Dos Libros de Oro de Cinefania dos

Libro de oro de Cinefania: Weird Western

Editor: Dario Lavia

Edita: Cinefania, Buenos Aires, 2015

Libro de oro Cinefania: Shock TV

Editores: Dairo Lavia Y Juan Carlos Moyano

Edita: Cinefania, Buenos Aires, 2016

Lo reconozco: adoro las enciclopedias de cultura pop excesivas, esas que exprimen un tópico hasta el fondo, que no dejan una piedra sin revolver y que, si algo se les pasó, fue porque en serio no lo vieron, y que, si tienen la opción agregaran la opción en una segunda edición. Si encima es de un tópico poco explorado, mejor.

Por eso amo estos libros de oro. Dario Lavia hace en ambos ese trabajo de dar información de un montón de material que se sabe poco y nada. Una cantidad de películas y series televisivas de las que sabemos poco y nada, que han caído en el olvido (y hasta en la desaparición física) No me puedo imaginar la cantidad de trabajo que ambos libros deben haber llevado en términos de investigación y redacción (incluso cuando no todas las reseñas son de Lavia sino que hay un grupo de gente detrás escribiendo las entradas). Pero que hay una cantidad enorme de tiempo detrás , la hay. Eso se los firmo.

Tal vez la menos asombrosa sea la del Weird Western, ya que ya hay obras dedicadas al subgénero (aunque creo que ninguna en castellano). Para el que no sepa que es, el “weird western” es el subgénero del western donde aparecen elementos extraños e inesperados en el. Normalmente se piensa en elementos de corte fantástico (vampiros, fantasmas, extraterrestres, armas futuristas, etc.) pero el tomo también agrega películas con elementos del thriller, el cine negro o hasta el género del espionaje (espías atómicos, psycho killers, asesinatos con toques de mafiosos, etc). Partiendo de una definición tan amplia, uno podría esperar que se obviaran algunas obras. Y no. El libro no habla solo de los filmes esperables en el subgénero (Billy the Kid vs. Dracula, The Pale Rider, Valey of the Gwangi, etc) sino que incursiona en material antiguo (el capítulo del material mudo es una delicia) y hasta en derivaciones del resto del mundo (Los irrompibles, El Charro de las Calaveras, las películas de Zagor, etc) y hasta en la versión argentina, el weird gaucho (con nazareno Cruz y el Lobo como mejor ejemplo, aunque no el único). Todo investigado exhaustivamente, de una forma tal que no creo que haya quedado mucho afuera.

Ahora si lo del weird western es demencial, palidece ante el Libro de oro de Shock TV, que hace algo que nunca nadie había hecho antes: un relevamiento de todo lo que se pasó en las pantallas televisivas de Argentina relacionado con os géneros del terror y el suspenso. Repito: TODO. Tanto series locales, como importadas, tanto telefilmes (nacionales o extranjeros) como ciclos de cine sobre el tema. Incluso en series donde el tema solo aparecía en un episodio o dos. Tratando de decir cuando se dio, a qué hora y en que canal. El que tenga levemente idea del paupérrimo estado del material de referencia sobre el tema en Argentina, sabe lo ciclópea que tiene que haber sido la tarea tras este libro. Referenciar todas las obras (argentinas y españolas) de ambos Narcisos (Ibañez Menta e Ibañez Serrador) ya es complejo. Poner toda la grilla de Cine de Super Accion o Viaje a lo Inesperado (ciclos claves con los que nos criamos todos los cinéfilos argentinos que pasamos de los 35) ya es jodido. Sumarle todo el otro material más oscuro, hablar de series locales de las que en un 90% no existen ni siquiera los videos, es una locura abrumadora. Y Lavia y Juan Carlos Moyano logran un producto más que digno. Posiblemente esto va a ser material de referencia para el futuro. Del que nadie que quiera investigar sobre la televisión argentina podrá zafar de referenciar.

¿Qué criticar? Si quieren el diseño, que es funcional pero poco vistoso. Pero eso es como quejarse de las teorías de Einstein porque no se sabía cortar el pelo: es algo absolutamente irrelevante.

Desde ya, si consiguen una copia de cualquiera de los dos (o de los otros Libros de Oro de Cinefania) no lo duden y gasten el dinero. Si quieren un material enciclopédico muy bien investigado no pueden fallar. Y, si no lo encuentran, siempre pueden ir a la página de Facebook del grupo Cineficción (revista que dirige Lavia y que deberían comprar si les gusta el cine fantástico) porque, en un acto de generosidad, Lavia sube los pdf de los libros de oro agotados para todos los que estén en el grupo. Yo leí de esa manera el libro de Oro de Héroes Pulp y les puedo asegurar que es igual de excesivo y brillante que estos dos. Háganme caso, ingresen al grupo que vale la pena. Y cómprense estos libros de oro.

Tulipomania

Autor: Gaspar Ortega (guión y dibujos)

Edita: Pezarboreo, Santiago, 2018

Hay muchos ejemplos del poder de la narrativa del comic para poder explicar de manera simple, sencilla y atractiva procesos complejos de la vida real. Y no solo biografías históricas o hechos políticos o militares, sino incluso con procesos mas complejos. Eso sí, la mayoría de esas historietas adolecen de una sobredosis de bloques de texto que muchas veces dan como resultado obras que son poco mas que novelas ilustradas, donde los recursos propios del lenguaje del comic se usan poco. Algo que, por suerte, no ocurre con esta historieta.

Tulipomania trata sobre uno de los primeros casos registrados sobre un proceso de manejo económico muy típico del capitalismo: la especulación financiera. En el siglo XVII, en Holanda, la manía por coleccionar tulipanes como símbolo de status social degeneró en un proceso de especulación irracional que terminó en una burbuja alcista que no tenía que ver con los valores reales del producto y dejó, al pincharse, un tendal de personas endeudadas. Proceso que hemos visto repetirse periódicamente en el capitalismo, la última vez (y no la peor) en el 2008. Todos los mecanismos de este proceso están en este caso. Esta historieta aparecen los hechos contados de una manera sencilla, inteligente y sin recurrir a bloques innecesarios de narración en off, con un estilo simple y bien entendible. Y todo en apenas 16 páginas (mas dos finales de texto para dar un poquito de contexto extra, pero que se pueden obviar). La brillantez de la síntesis es un merito impecable del autor. Ojala leyera cosas así mas seguido

No se donde se consiga. La editorial tiene una página de Facebook y de Instagram. Sugiero que vayan y pregunten por este trabajo. Es algo que yo le daría a leer a todo el mundo para que entiendan un poco sobre la clase de universo loco e irracional en que se sustenta nuestro universo económico (que siempre se vende como algo absolutamente serio y racional y trata de pasar por alto estas cosas). Ojala que haya mas trabajos similares de parte de Ortega, un tipo a tener en cuenta.

Tres tristes transatlanticos (historia de un guion insumergible)

El Titanic era parte de un grupo. Tenia dos gemelos. Y se dice que alguno mas habia quedado en los papeles. No era unico. Los tres enormes trillizos se llamabam Olimpic, Titanic y Britanic. Desde el principio se planeo un grupo y ni siquiera le daba nombre al grupo. Esto no fue nunca un secreto. Solamente hay que poner en el buscador. Clase Olimpic. White Star line. Enseguida aparece toda la informacion sobre los enormes trillizos. Siempre estuvieron alli los dos hermanos titanicos y siguieron navegando

Pero las historias del Britanic y el Olimpic quedaron eclipsadas

El Britanic fue hundido en la guerra en 1914. Cabe acotar que Jacques Ives Costeau investigo los restos de este gigante con su submarino y lo acompaño una señora de 87 años, Sheila Macbeth Mitchell, escocesa que había sido enfermera a bordo y les sirvio mucho en la investigacion. La historia con abundantes fotografias ,se puede leer en la obra de Costeau Los secretos del mar (ed. Urbion 1982) en su tomo 6 Viajes, pag 206.

Mientras tanto el Olimpic continuo navegando sin dramas hasta que fue desarmado en 1934. El buque llegó a ser conocido como “The old reliable” (El viejo confiable). No le ocurrió nada y eso que era tan idéntico al Titanic que una de las mas conocidas hipótesis conspiranoicas asegura que fueron intercambiados

Pero nuestra mente funciona asi. El Titanic es el barco mas celebre de la historia. Es desde su hundimiento todo un mito. “El” barco. Solo podía ser algo único.

Todo le habria pasado al barco mas pulp del mundo.Su historia atraviesa el siglo veinte: desde el precario film mudo que se estreno un mes después del desastre, hasta las superproducciones en 3d, los videojuegos o las producciones hechas por y para fans en la red.

Ningun otro barco ha sido mas representado de la historia. Ni las carabelas de Colon. Ni el Holandes  Errante. Vamos, ¡ni el arca de Noe! El que se quedo para siempre es el Titanic.

El unico. Un gigante monstruoso aparecido de la nada. Impresionante. Espectacular. Como Frankestain, como Godzilla como King kong en la cultura Pop. Como los titanes prometeicos que desafiaron a Zeus en la mitologia griega. Y que fueron castigados con tanta desmesura como merecía su atrevimiento. Imposible competir. Todo encaja demasiado bien en nuestra mitologia. O en nuestro inconsciente colectivo.

El hundimiento del Titanic es la tragedia marina emblematica de la cultura popular. Yel Titanic una leyenda encarnada. Y como toda una leyenda que es, puede estar a punto de resucitar

Porque también es el único barco al que un proyecto concreto intenta reconstruir a la perfección y echarlo a navegar para que complete de una vez aquel viaje a Nueva York jamas concluido. Por ningun otro se ha planeado algo asi

La pregunta es entonces: ¿Que lo hizo tan mítico? ¿Por que le seguimos dando vueltas a mas de un siglo de su tragedia ? ¿Tendrá que ver realmente con el fin de la confianza absoluta en el progreso tecnológico? ¿Con la sensación de que este sistema terminara con todos nosotros en el fondo del mar?

Se ha dicho que su catástrofe fue el prologo de toda una época catastrófica. Tal vez: La Primera Guerra Mundial se desata apenas dos años mas tarde. Se diria que la historia engancha perfectamente con una sensación difusa de miedo colectivo. Miedo a esos poderosos despiadados que nos llevan a estrellarnos. Y, ¡ayy!, esas victimas que nada pudieron hacer para escapar. Esas victimas que se nos parecen.

Se convirtió en un símbolo que no podemos todavía olvidar.

Pero el barco de verdad , el objeto real ¿era para tanto? Veamos…

Lista de «verdades» inútiles

(total una leyenda no se hunde por unas cuantas desmentidas):

1. NO era unico. Como ya vimos arriba tenia dos gemelos.

2. NO era el mas rapido. De hecho el Mauritania y el Lusitania, orgullo de la eterna rival de la White Star, la compañía Cunard, lo superaban en varios nudos. Hubiera sido imposible(e inútil) tratar de superarlos. Incluso hay quien dice que nunca se intento. Que lo del Titanic era el lujo. Se intentaba tener el barco mas glamoroso del mundo. «El buque de los millonarios»  Ahi si no admitía rival.

3. NO  poseía la mayor capacidad para llevar pasajeros. Bueno, tres mil personas era una buena marca para la época, pero el Great Easter, botado mucho antes, en el siglo diecinueve, tenia cuatro mil.

4.NO llevaba ninguna momia egipcia con su obligatoria maldición escrita contra los profanadores y que por supuesto acabaría llevándose a todos al fondo. La leyenda puede leerse con mas detalle aqui. Se desmintió muchas veces. Porque. si no hay desafio a nuestro Dios biblico, entonces hay que desafiar a enigmáticas y no menos poderosas deidades egipcias. La cosa es que exista la transgresion y el castigo. Algo que encaja muy bien en la cultura pop. Como en Frankestein: «No se puede jugar a ser Dios».

El segundo elemento que encaja perfectamente es la presencia de esas queridas momias con sus maldiciones. La cultura pop suele gustar de las mezclas. Una querida leyenda (las momias) viajando dentro de otra gran leyenda (El Titanic). Faltaba Sherlock.

O Tesla, otro favorito de la cultura pop. Porque también corrió el rumor de que el barco transportaba un secreto que cambiaría la historia del mundo (tal vez la energia gratuita para todos ) y por eso fue destruido

5. No  llevaba un enorme cargamento de lingotes de oro que podría cambiar el rumbo de la historia (y por eso lo habrían torpedeado e inventado lo del iceberg)

6. NO  fue el suyo el naufragio con ‘mayor perdida de vidas». El peor de la historia fue el del barco Wilhem Gustoff ,transporte alemán que huía del avance de las tropas soviéticas atestado de civiles desesperados. Hundido por el submarino sovietico S-13 el 30 de enero de 1945, murieron nueve mil seiscientas personas. Al lector que guste de la historia (todos nosotros) se le recomienda el libro del Premio Nobel Gunther Grass, ”A paso de cangrejo”. Pero…¡Nadie mas habla de este naufragio!

El Titanic es mucho mas mentado por lejos. En realidad no esta ni entre los diez peores naufragios de la historia. Pero la mayoria de las personas no podria mencionar otro y mas todavia en estos años D.C. ( despues de Cameron)

7. SI era el de mayor tamaño de su época. Pero no tanto como imaginamos. La tendencia general en su tiempo era construir barcos mas y mas tremebundos. Como el Mauritania y el Lusitania que pasaban de las dos cuadras (calles). Nuestro grandote solo tenia treinta metros mas. No estaba mal, claro, pero no era cierto que “los mas grandes barcos de su época parecían juguetes de niño a su lado” El Titanic medía 269 metros de eslora y el  Mauritania, 229 metros.

Es que era la época dorada del transatlántico, al no existir ninguna otra forma de atravesar el mar para los millones de emigrantes desesperados por llegar a America al amparo de una legislacion no demasiado restrictiva.

Y sin contar además el enorme crecimiento del correo entre estos inmigrantes y sus familiares en los países nativos. Esta epoca de oro durara hasta que se establezca la aviación comercial. En ella los paquebotes crecen sin medidas, dejándonos en la mente la idea de una grandeza insuperada, apabullante.

La pelicula de Cameron, bastante bien informada en algunos aspectos, nos muestra a la joven Rose echandole la primera mirada al gigante de los mares y echando ademas una frase despectiva: «No comprendo porque tanto alboroto. Es como el Mauritania, poco mas.» A esto responde su odioso novio villanesco: «El Titanic es el mas lujoso». Y engancha ,como no, la siguiente frase inmortal que ha sido atribuida a muchos y que quizas no fuera pronunciada por nadie ANTES del desastre. Pero una vez que ocurrio quedaba demasiado buena para desecharla: «¡Ni Dios podra hundir este barco!»

Primer momento Frankestein de la peli: ¡El desafio! Toda obra titanica ha mostrado momentos Frankestein. El mas intenso suele ser aquel en que Bruce Ismay (Hiperperfecto villano amo de la White Star) practicamente obliga al capitan Smith a subir la velocidad al maximo sin importar los icebergs porque el Titanic puede contra todo. ¡¡Adelante a toda maquina!!!

Es un momento absolutamente impactante. Cinematografico a full.

Las enormes maquinas comenzando su carrera hacia la muerte

Todos contenemos el aliento. Como en una tragedia griega ya sabemos lo que va a pasar. Un gran momento Frankestein.

Solo que no hay evidencias de que haya ocurrido

Porque en primer lugar no era necesario. El Titanic jugaba sus cartas como barco superlujoso. Cada minuto ahi era una fiesta con champan del mejor y recetas del Ritz en la mesa. Hasta los de tercera clase comian mejor que en su casa. ¿Quien tenia ganas de llegar un dia antes a Nueva York?

Se dice que todo fue invento de Hearst, que estaba peleado a muerte con Ismay. Esto es mas peligroso que el Ebola: Un Ciudadano Kane puede hundirte mas hondo que todo un casquete artico. Esta fue la tragedia mas mediatica que se haya presenciado hasta entonces, con todos los periodicos de El Ciudadano difundiendo día tras día investigaciones,fotografias reportajes exclusivos ,declaraciones de sobrevivientes y como no, el dia a dia del juicio. Fue facil presentar a la furia popular un perfecto villano para desquitarse la bronca.

Jamas lo perdonaron, aunque de todos modos Ismay no piso la carcel. Pertenecer a cierta clases siempre ayuda, no solo en los botes del Titanic. Pero la gente no perdono. Ismay debio recluirse en su casa para evitar linchamientos.

Como olvidar esa especie de señor Burns flotante a quien no le importa nada si se hunden todos y todas. Con tal darle ganancias a la White Star y luego cuando las papas queman salta a un bote. Logrando salvar su vida mientras pisotea mujeres y niños tal vez disfrazado de mujer como se lo ha representado a veces. Villano ideal para cualquier novela: ¿hasta en el musical es el que joroba todo insistiendo en ir mas rapido!

Aunque se asegura que nada de esto fue verdad (y no es seguro lo de la supuesta carrera por el record de velocidad tampoco) pero esta leyenda fue consecuencia de la sensación poderosisima de todos sobre la insensibilidad de los mandamases que lo decidian todo a nuestras espaldas. Una enorme sentimiento de indefensión. De ser las victimas en una maquinaria lanzada a la ruina.

Y en este sentido, este hombre, que tal vez no era tan culpable o no era el único, se convirtió en la encarnación misma de este inmenso temor e inmensa rabia. En la película de Cameron y en otras versiones una pasajera es testigo del dialogo fatal. Sin embargo también se dice que fue invento de Hearst, que contrato testigos falsos para aumentar el sensacionalismo y asi vender periodicos como nunca ,al mismo tiempo que aniquilaba a su enemigo

Muchas decadas despues, los descendientes de Ismay preguntaron a Cameron porque seguia insistiendo con una version ya muy controvertida, aunque el director habia investigado bastante. Este respondio que, despues de todo, no se proponia filmar un documental.

En general la exactitud en los detalles del filme de Cameron esta muy bien lograda pero  utilizó licencias como la historia de amor, asi que recreo la historia del intento de llegar rompiendo records y obtener asi la prestigiosa «cinta azul»que premiaba al buque mas veloz. Y, sinceramente, ¡Eso es lo que el publico esperaba !

Determinar quien tiene razon excede mucho las posibilidades de este texto. Un dato, sin embargo, hace pensar: poco antes de zarpar el Titanic se había desatado la huelga del carbon. El abastecimiento era dificil No parece muy sensato ponerse a gastar enloquecidamente el combustible indispensable por lograr un record inesperado e innecesario

Sobre estas dudas acerca de la culpabilidad de Ismay. Se puede encontrar material en la web de la sociedad historica del Titanic. Existe tambien una nota del diario español ABC preguntándose si Ismay era realmente el malvado empresario que mato al Titanic o solo un pobre cabeza de turco.

(Aunque una enorme irresponsabilidad claro que hubo. No se tomaron precauciones por los icebergs No hay duda sobre esa culpa)

Ismay no seria tan malo, pero tampoco tan inocente. Se salvo (como muchos hombres de primera clase) mientras se hundian los niños de tercera. Solo que no hubo un unico culpable.

8.NO significo el fin ignominioso de su empresa naviera como se suele leer. En realidad hubiera sido justicia por tanta irresponsabilidad. Y la cultura pop gusta de los finales justicieros: ese es uno de sus grandes enganches con la masa indefensa.

Pero la realidad suele ser indiferente a las culpas: en el año 1913, apenas un año después de la tragedia, la White Star celebraba un record de ganancias. ¡Porque el gran negocio era el correo!

9. NO es seguro que su destino fuera profetizado.

El caso de la novela «Futility or the wreck of the Titan» -que aparentemente presagia al Titanic- es comentado todavia miles de veces en los sitios paranormales  y revistas de misterio.

«Un caso estremecedor que sacude nuestra idea de la realidad» aseguran en la revista Enigmas, publicacion dedicada a estos casos. ¿Como era posible que en esta novela se hablara de un buque gigantesco que lleva a los pasajeros mas ricos del mundo, se cree insumergible y se va al fondo en su primer viaje por culpa de un iceberg, en el mes de Abril y sin llevar suficientes botes?

El caso emblematico de las premoniciones. ¿Como dudar despues de tanta coincidencia? El barco emblematico y la tragedia emblematica debian ser precedidos por la profecia emblematica.

Sin embargo, veamos algunos datos: «Futility or the wreck of the Titan» es la novela de Morgan Robertson publicada en 1898. Nos cuenta una catastrofe casi identica protagonizada por un barco casi gemelo del Titanic:

-El Titan tiene 248 metros de eslora frente a los 269 del Titanic

-Ambos tienen una capacidad de tres mil pasajeros

– Ambos tienen tres helices y cuatro chimeneas.

– Ambos son de un lujo increible

– La velocidad del Titán es de 25 nudos por hora. La del Titanic, 22,5.

– Los dos buques (el real y el imaginario) sufren una enorme mortandad por falta de botes, luego de hacerse percha contra un iceberg

«Decir que lo narrado por Robertson es increible se queda corto. Rompe de un plumazo todas las barreras de la realidad» se excita el redactor Fernandez Bueno en la revista Enigmas. Y no solo el.

Pero Martin Gardner da con una explicación bastante mas creíble.

El 17 de septiembre de 1892, el New York Times publico una nota en la que los representantes de la White Star Line hablaban de sus planes para el nuevo siglo. Se planeaba la construcción del transatlántico mas grande y lujoso del mundo con 230 metros (en la realidad fue mayor), que tendría tres helices, cuatro chimeneas y capacidad para tres mil pasajeros. Robertson llamo al suyo Titan para no relacionarlo directamente con la white star, porque la terminacion «ic» era casi una firma de la compañía, del mismo modo que el sufijo «ania» era la marca de la Cunard. Por otra parte llamar Titanic a un enorme buque destinado a impresionar por su tamaño apabullante y la potencia de sus motores, no es demasiado extraño. Si el barco hubiera sido bautizado «Carmelita de mi alma » o algo asi y el escritor acertaba, bueeeh… ahi hablamos. Pero Titanic no es tan dificil. Incluso existe otra obra, «A twentieth century Cinderella or the $20, 000 reward» (Una Cenicienta del siglo veinte o la recompensa de veinte mil dolares), escrita en 1902 por William Wintrop, donde se cita un Titanic de la White Star Line.

Entonces… ¿Coincidencia, suceso misterioso paranomal. O  buena investigacion previa simplemente?

Igualmente esta leyenda de la novela premonitoria no se hundirá tampoco. Sin duda permanecerá a flote. No se necesitan poderes para predecir esto ultimo. Todos estos rumores de supuestas malignas conspiraciones, apuestas fatales, momias egipcias malditas y escritores capaces de ver el futuro; todos estos ingredientes son fascinantes para quien guste de las historias misteriosas y el folletin rocambolesco.

En la superficie, este barco es el nuestro.

Pero pensandolo en profundidad… ¿Porque este y no otro?

Porque, tal vez, en el fondo evoca realidades mucho mas duras. No podemos olvidarlo porque evoca un gran temor. Estamos en algo que no podemos controlar y podemos hacer tan poco como los pasajeros de tercera clase. La novela de Robertson acertó tan plenamente no solo por la informacion: también expresaba temores muy cercanos y reales

¿Y Como acertó Robertson al hacer que su buque ficticio se encamine a Nueva York? Bueno, era la ruta mas comun, especialmente para tanto emigrante esperanzado rumbo a la estatua de la libertad. ¿Como acertó Robertson ubicando el desastre en Abril? Facil. En esa ruta era el mes mas peligroso. Primavera en el hemisferio norte, cuando comenzaba el deshielo. Era un mes de muchos accidentes. Con el aumento de la temperatura se desprendian grandes bloques de  hielo y se alejaban de la costa con toda su belleza mortal. El desastre del Titanic solo hizo mas visible el problema

Ya habia habido protestas por lo inseguro del trayecto y porque los buques de la epoca confiaban demasiado en su progresista tecnologia, Tambien sobre que los buques  no llevaban bastantes botes se habia escrito antes. Era un tema discutido ya

¿Hubo pasajeros que cancelaron a ultimo momento? Hubo, pero no significa nada: toda compania de transporte advierte a sus pasajeros para que avisen con tiempo si cancelan el viaje. Porque en todas las epocas hubo y hay gente que se arrepiente poco antes. A veces han salvado el pellejo. A veces solo han perdido el tiempo y el pasaje.

Lo que ocurre es que tenemos esto en cuenta despues, si la premonición se cumplió. Pero ¿quien cuenta las miles que no se cumplieron? Es una cuestión de estadística, no de aviso paranormal. Claro que resulta perfecto para conspiraciones de toda laya («¡En realidad lo destruyo una bomba y los que cancelaron el pasaje lo sabian!») En internet podemos hundirnos en ese Oceano de elucubraciones y no volver a reflotar jamas… Todos estos elementos son falsos o dudosos. Y los hemos creido

10. Algo SI fue verdad y nadie lo creyó durante decadas: El Titanic se partio en dos. Un naufrago dibujante verdaderamente heroico lo dibujo con todo detalle.

Coraje hay que tener. En el momento de subir a un bote ni se esta salvado ni mucho menos, sino en peligro de ser chupado por el remolino que generara el barco al hundirse. Y si alguien se salva de eso, todavia quedan el frio, el viento, el hambre, la sed… mil horrores más. Pero este hombre, olvidando todo eso, dibujo cuidadosamente el desastre, dejando el unico documento que existio totalmente real. Los dibujos (especie de comic con varias escenas sucesivas) aparecen en el libro editado por Selecciones del Reader’s Digest, «El gran libro de lo asombroso e inaudito», editado en 1977 en la ciudad de Mexico

La nota le atribuye mucho mayor espacio a la novela premonitoria de Robertson que al exacto dibujo del pasajero. No en vano es un libro dedicado a curiosidades y misterios. Sin embargo no le creyeron demasiado al ignoto dibujante. Con toda prudencia (curiosa en un libro de rarezas) el libro aclara que nadie mas comentó nunca que el coloso se hubiera partido en mitades. Debimos esperar hasta los años ochenta con Robert Ballard descubriendo por fin los restos del Titanic para comprobar que  aquel dibujante tenia razon.

Durante decadas, el Titanic se hundia pero no se quebraba. En ninguna película lo veiamos partido. Ni siquiera en A Night To remember considerada por todos la mejor documentada. Entre tantas versiones creidas que resultaron falsas, tenemos una informacion no creida que resulto verdadera

Seria justo destinar algun dia del reportero grafico espontaneo o algo asi para honrar a este heroe casi desconocido del papel y el lapiz.

OCEANO DE FICCIONES

Todos conocemos la filmografia del Titanic o podemos. conseguirla. Asi que solamente me propongo mostrar algunas curiosidades y detalles poco comunes.

Ya de entrada este hundimiento hizo tanto ruido en el mundo que la primera pelicula se estreno en 1912, apenas un mes despues del naufragio. El nombre del filme  fue «Salvada del Titanic» y fue protagonizada por una joven actriz y cantante que, efectivamente, habia viajado en el Titanic y salido con vida para contarlo. Se llamaba Dorothy Gibson y aparecia en la historia como heroina, pese a que las malas lenguas comentaban que fue de las primeras en saltar a un bote salvavidas y no pensar en nadie mas.

Las escenas utilizadas eran verdaderamente de pasajeros del Titanic y cuando se necesito recrear nuevas se hecho mano del Olimpic, su gemelo identico. Una mezcla de documental (todo el mundo queria saber mas de este naufragio) y de aviso publicitario de Dorothy Gibson, que, al parecer, uso como vestuario el mismo vestido con que la rescataron. Mas reciente imposible. El filme se perdio lamentablemente en un incendio en 1914, aunque sobreviven fragmentos en Internet.

TITANES GERMANICOS

Ese mismo año, en Alemania se filma una película sobre el tema de nombre muy sugestivo. «En la noche y en el hielo» llamado tambien «La caida del Titanic». Se la ha criticado por sus rudimentarios efectos, pero entre el titulo y el tema, se me ocurre que es un buen antecedente de las maravillas del cine expresionista que vendrán despues.

Bastante mas tarde, en 1943, la propaganda nazi logra un interesante Titanic. Excelente desde el punto de vista técnico pero muy tendenciosa en su argumento. Desde el principio vemos a los malvados empresarios ávidos de dinero, queriendo salvar su empresa como sea. Los amenaza la ruina y quieren salvarse como sea, ganando la carrera de velocidad con el buque. ¡Ah, pérfidos!

Lo cierto es que la White Star (como ya vimos) no estaba en la ruina, ni lo estuvo después del viaje, pero la maldad de las corruptas democracias aliadas debía mostrarse al mundo. Al mismo tiempo que se luce el coraje y la sensatez de un oficial alemán, seguramente ario hasta los tuétanos. La película la había encargado Goebbels, ¡faltaba mas!. Pero con los gigantescos gastos que llevo realizarse, este Titanic nunca fue estrenado en Alemania. Al menos no hasta el final de la guerra. Incluso se prohibió hacerlo. Porque el poderosisimo símbolo puede funcionar para un lado y para el otro, amigo lector. Cuando este filme fue planeado, Alemania avanzaba, aplastando todo a su paso, imparablemente. Entonces la destrucción y la caída podían ser interpretadas como el derrumbe de las potencias enemigas corruptas dominadas por los judeomasones, etc. Y su destrucción era algo bien merecido. Pero, cuando se terminó, las cosas se habían dado vuelta: el Reich que duraría mil años habia comenzado a hacer agua. Las escenas de pasajeros desesperados podían relacionarse ahora, no con decadentes naciones enemigas, sino con los sufrimientos de los propios alemanes bajo las bombas. Goebbels se dio cuenta de que la gigantesca metáfora ahora podía reflejar al régimen en ese momento y decidió suspender su proyección.

Curiosamente los alemanes nunca la pudieron mirar en su país , pero los soviéticos, que se habían apoderado de la película, utilizaron algunas escenas como propaganda. La codicia e indiferencia por la vida de las sociedades capitalistas y su resultado venian como anillo al dedo. Aunque, por alguna razon, esta vez sin heroicos arios.

HUNDIMIENTOS CLASICOS

En esta larga lista, imposible dejar de lado A night to remember , considerada la mejor documentada. Rodada en sombrío blanco y negro que potenciaba el clima ominoso y estrenada en 1958 se considera todavia ahora la mejor, aunque la de Cameron haya sido la mas taquillera.

Esta basada en libro de Walter Lord, traducido al español como «Una noche que jamas se olvidara». Libro que fue condensado para Selecciones del Reader’s Digest,  ¡como no! Esa novela condensada fue mi primer contacto con el barco mitico. Aun tengo esa amarillenta Selecciones…

Entre todas las series, programas documentales, novelas, ensayos, comics -para no mencionar el océano también gigantesco del merchandising- y hasta animaciones infantiles. Estas versiones infantiles no resultaron demasiado buenas: propuestas para el «premio» a la peor animación de la historia con sus ratoncitos simpáticos y parlantes, sus tiburones malignos y su pulpo. Aunque eso si: en ese barco se salvaban todos.

Hubo mucho mas.

Series de tv en cantidad (para citar solamente una, los atribulados cientificos de la serie «EL tunel del tiempo» la serie tan recordada de los años sesenta caen precisamente en el Titanic en su piloto)

Telefilmes (Una historia llamada «Goliath espera » sobre un transatlantico inmenso que ahora descansa en el fondo del mar pero con sus tripulantes y pasajeros vivos en una especie de burbuja de oxigeno se ve claramente inspirada en el Titanic)

Pero acaso lo mas bizarro sea ¡¡El musical!! Estrenado en 1997, año tope de la Titanicmania en Brodway, con letra y musica de Maury Yeston y libro de Peter Stone, fue sumamente exitosa para el publico y la critica y arraso con cinco premios Tony. ¡¡Nos ahogamos pero a muy buen ritmo!! ¡¡Caramba, que tema para cantar y bailar!!  La historia es perfecta. Los soportes pueden cambiar, pero la historia hasta soporta bien que se la baile y cante. Obviamente lo insumergible es el guion.

Se la puede disfrutar en you tube y de paso mirar algun videito de conspiraciones (tiene para elegir) que nos asegure que despues de todo, el Titanic no se hundio nunca.

De los autores de «Nunca fuimos a la luna» llega. «El titanic nunca se hundio»

¿No lo sabia? Es cosa de los medios de comunicacion: ellos han inventado todo. Dominados por la elite. !!La sociedad secreta que vive engañandonos !

LA LEYENDA CONTINUA.

Continuara. Con el regreso del Titanic.

Vuelve el barco de todos los barcos.

Haga sus reservas

Proceres, figuras y laburantes de la historieta argentina (2017)

Autor: Carlos Martinez

Edita: el autor, ¿Arrecifes?, 2017

Los que me conocen en persona o hablando por Facebook, saben que desde hace rato creo que la historia de la historieta argentina necesita una reescritura profunda, que abandone su mirada HGO-centrica (y su contrapartida Columberadelsetentayochenta-centrica) para generar un relato más complejo de como se hizo el noveno arte realmente en Argentina. Eso implica rescatar más material antiguo (como ha pasado con el Patoruzu de Quinterno, por poner un ejemplo) y también que haya más investigación sobre sus autores.

En ese sentido, este libro es un aporte muy importante. Que exista una enciclopedia de dibujantes “serios” que trabajaron en el medio desde 1928 (donde aparecen las primeras historias en este estilo, diferente del humor gráfico) hasta la actualidad es un paso enorme. Sobre todo por la cantidad de autores que aparecen. ¿Es completa? Digámoslo así: uno es un lector cuidadoso e la historieta y le gusta este tipo de material nacional. Aun así había una buena cantidad de nombres que ni siquiera sabía que existían. El trabajo de Carlos Martinez (que además mantiene los blogs Mil Plumines Argentinos y Hemeroteca Top Comics y ha mantenido funcionando el blog Top Comics, heredado del fallecido investigador Luis Rosales) es apabullante, completo y muy minucioso.

¿Fallas? Menores: el diseño evidentemente necesita una mano más profesional. Y creo que faltan mas autores de 1990 para acá que merecerían estar, en mi opinión. Pero que el libro es un aporte, es un aporte. El dìa que se reescriba la historieta argenta, este libro va a ser de referencia indispensable.

Al servicio del comic internacional

al-servicio-del-comic-internacional

Autor: Diego Jourdan

Edita: Acción Comics, Santiago de Chile, 2016

Primero digamos que Diego Jourdan es un gran amigo, con lo que, si sienten que mi reseña no es lo suficientemente objetiva, pueden hacerlo. Yo no lo creo, pero están avisados.

Una vez dicho esto, digamos que éste es uno de los libros más sinceros y honestos que cualquier aspirante a vivir de hacer dibujos (sea haciendo historietas, ilustraciones u otro tipo de tarea similar) puede leer hoy día. Que deja claro, con pelos y señales, que trabajar en esto puede ser jodido y que hay que abandonar la idea del “creador” al costado, antes que quieran abusar de tus ilusiones (como se hace más que frecuentemente en la industria de la historieta). Jourdan (un tipo que lleva años especializándose en dibujar licencias internacionales) da consejos prácticos y detalla situaciones que todo dibujante freelance de la historieta se encuentra con frecuencia en su tarea profesional y explica como las resuelve con una franqueza que puede llegar a serle hasta dolorosa a aquellos con una visión romántica de esta tarea. Además, explica paso a paso varias de las cosas que ha hecho en la historieta, porque no es solo dibujante, sino un verdadero hombre orquesta (como buen profesional del plumín).

Un libro breve, pequeño, bien editado y que cuenta lo que hay que saber para enfrentar el arduo camino de querer vivir de sus dibujos. Muy recomendable para todo aquel que quiera saber cómo llegar a ello. Porque mejor que te la cuenten sin engañarte.

Marcando los límites: reflexiones sobre literatura fantástica

En buena parte de los estudios dedicados a la literatura fantástica, a la hora de ofrecer un cuadro general, el esforzado cronista principia con una definición de lo que es una narración de ese tipo o de un subgénero en concreto, como la ciencia ficción o el cuento de miedo, hasta tal punto que las propuestas se han multiplicado sin llegar nunca a encontrar una concluyente. Tal procedimiento ya resulta cansino por lo predecible, pero quienes nos ocupamos de escribir con cierta frecuencia en torno a lo fantástico nos vemos en la obligación de trazarnos una metodología de trabajo. Si nos limitáramos a la literatura fantástica durante el siglo XX podría ser innecesario, pues del mismo modo que nadie ha de recurrir a la definición que el diccionario nos brinda de la palabra «silla» para reconocer una en cuanto la ve, los lectores pueden encasillar sin problema alguno ésta o aquella novela dentro del archivador etiquetado como «fantástico» sin emplear para ello una argumentación abstracta y pejiguera. No obstante, si retrocedemos en el tiempo y nos plantamos en el terreno de la literatura medieval o, saltando más atrás aún, en el de los clásicos orientales y de la antigüedad grecorromana, yo mismo me he encontrado sopesando bastantes dudas sobre si el citado archivador brindaría buen acomodo o si, por el contrario, introducir tales obras obligaría a una operación de contorsionismo ciertamente molesto y hasta grosero.

El problema reside en la naturaleza del texto literario como mensaje, con un emisor el autor que lo codifica para luego ser interpretado por el receptor lector. Del mismo modo que no hay color sin un ojo que lo perciba, el fenómeno de comunicación literaria no se completa si el texto no es leído… Pero el fenómeno se complica si consideramos que, al contrario que en un diálogo directo, a veces pueden mediar muchos siglos y espacios culturales distintos entre la emisión del mensaje y su recepción, cuando las particulares lentes de cada lector pueden teñir la obra de una tonalidad muy distinta a la que se percibía en la época o lugar de su redacción. No puede dudarse que, de la lectura de la obra de Homero, de Shakespeare o de Cervantes, no se obtenían la misma enseñanza y disfrute en los días de su difusión primera que en la Europa de la ilustración o en el tecnificado siglo XXI. Contienen las mismas palabras, sí, pero sus lectores son diferentes, con distintos referentes, apetencias y códigos morales, y encuentran en los pliegues de sus tramas inspiración y sugerencia adecuada a sus circunstancias vitales.

En unas líneas de su Teorías del arte, Arnold Hauser da una atinada descripción del asunto:

«Las obras de arte son provocaciones. Nosotros no las explicamos, sino que polemizamos con ellas. Las interpretamos de acuerdo con nuestros propios fines y aspiraciones, trasladamos a ellas un sentido cuyo origen se encuentra en nuestras propias formas de vida y hábitos mentales; en pocas palabras, de todo el arte con el que nos hallamos en auténtica relación, hacemos un arte moderno».

¿Debemos, por tanto, desde nuestra perspectiva actual, juzgar como fantástica toda obra del pasado que incluya elementos sobrenaturales o maravillosos? No llegaría tan lejos. Acepto que el lector, soberano en su libertad, se complazca ante las sorpresas imaginativas que contienen Las Metamorfosis de Ovidio con el mismo disfrute que le proporciona la inventada mitología de El señor de los anillos; pero, a la hora de situarme en la posición de cronista que analiza y relata la evolución de una literatura, creo que mi deber es intentar discernir la intención original de la obra, conocer para qué público fue escrita y deducir la interpretación que sus contemporáneos obtenían.

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A mí, particularmente, me resulta difícil creer que un hombre pueda caminar sobre las aguas o convertir el agua en vino, sin el ejercicio de una hábil prestidigitación; pero no colocaría la etiqueta de ficción fantástica a textos que narran estos hechos, como los Evangelios, pues quien redactó estas historias con toda probabilidad creía en ellas y estaban dirigidas a un público firmemente seguro de su certeza. Lo mismo puede aplicarse a las imaginativas sagas de la India antigua, a la mitología grecolatina o a los miles de opúsculos sobre milagros de vírgenes y santos. Estas obras no están dirigidas al disfrute estético —aunque, con posterioridad, puedan proporcionarlo— sino que son textos de propaganda, en la afinada acepción de su servicio como difusores de doctrina religiosa. La literatura de ficción, en cambio, por más que contenga una tesis, tiene como misión primaria la satisfacción de una necesidad lúdica, de puro gozo ante la belleza de su forma y lo estimulante de su propuesta argumental, el recreo que supone implicarse momentáneamente en peripecias ajenas, el extrañamiento de nuestra cotidianidad. Su meta es despertar emociones.

Del mismo modo que la literatura erótica tiene como cometido excitar la libido, la fantástica también busca estimular una emoción, quizá no tan física y bastante más abstracta, pero no por ello menos básica, aquella que Burke y Kant denominaban lo sublime, en contraposición con lo bello, aquella que se despierta en nosotros ante la contemplación de una tormenta desatada, un incendio pavoroso o un abismo abierto a nuestros pies. Lovecraft, en su célebre ensayo sobre el horror sobrenatural en la literatura, empezaba a escribir diciendo que la emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el miedo; mientras Rafael Llopis, en su fundacional historia del relato de terror, ahonda en la idea reflexionado en cómo la emoción se transmuta en arte:

«Llega así un momento en que muere todo un ciclo mitológico de creencias: el que se inició con la magia en el alba de la humanidad. Pero aún vive la emoción de base que le dio origen. Todo sentimiento necesita expresarse. Y para expresarse en un ropaje que no le niegue la ciencia, lo numinoso se estructura en una forma que ya no pretende ser conocimiento de la realidad objetiva: el cuento de miedo. La creencia se ha convertido en estética. El pathos se ha retirado del mundo y se ha integrado en el yo».

Y más adelante sigue:

«En suma, pues, y en términos generales, cuando, en la evolución progresiva de la conciencia humana, muere una creencia, renace a un nivel superior en forma de estética. La creencia ya no se puede aceptar como creencia; pero el sentimiento de base persiste en virtud de esa inercia propia de la vida psíquica oscura, subcortical, de los sentimientos, y se labra una nueva vía de expresión. Esto se puede aplicar, en líneas generales, a todo el arte».

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Parafraseando a Madame du Deffand, cuando afirmaba que no creía en los fantasmas pero le daban miedo, podemos afirmar que aquello en lo que no creemos, que despertaría en nosotros una sonrisa escéptica en nuestra vida cotidiana, seguirá excitando nuestra imaginación cuando lo trasladamos al terreno artístico, del mismo modo que un ateo puede conmoverse ante el Cristo de Velázquez o un oratorio de Bach. Quizá dudemos de que inteligencias extraterrestres nos visitan, de que los muertos se ponen en comunicación con los vivos o de que en las entrañas de la tierra hay dragones que dormitan tendidos sobre esplendidos tesoros; pero las posibilidades especulativas que estas ideas invocan resultan un apetitoso alimento para nuestra fantasía, don exclusivo de la especie humana y motor insustituible para la creación.

Sin embargo, no debemos pensar que el escritor ha de ser forzosamente un descreído en el terreno de lo sobrenatural para poder considerarlo certeramente autor de literatura fantástica. Hay suficientes ejemplos de escritores con una fe firme en el mundo invisible que han contribuido al género con obras capitales, como es el caso de Joseph Sheridan Le Fanu —atormentado ermitaño seguidor de Swedenborg—, Arthur Machen —miembro de la orden esotérica Golden Dawn— o Conan Doyle —apostol del espiritismo y perseguidor de hadas—.

Con cierto paralelismo a lo que hoy se denomina «políticamente correcto», podemos decir que cada época posee una ideología imperante, por más que cada individuo, tomado por sí solo, puede albergar creencias absolutamente exóticas. En el escenario medieval creer en lo sobrenatural no era una opción: era lo comúnmente aceptado, hasta el punto de que el escéptico podía poner en riesgo su vida si expresaba en público sus ideas. A día de hoy, y viene siendo así desde los tiempos de la Ilustración, el pensamiento racionalista, fundado sobre el método científico, es el considerado común y correcto, «normal» —si esta palabra tiene algún sentido en un mundo multicolor y contradictorio—, a despecho de fundamentalistas religiosos y de la proliferación de echadores de cartas, videntes y profetas del fin del mundo. Quien en la actualidad escribe ficciones sobre aparecidos, vampiros o invasiones alienígenas, sean cuales sean sus ideas particulares, es consciente de que el público lector lo tomará como fantasías, creadas con el único objetivo de un disfrute estético.

Hablando de forma llana, entre autor y lector se establece un sencillo contrato: «Sabes que te estoy mintiendo, pero tu harás como si me crees».

Escribir y disfrutar de la literatura fantástica, pues, es un acto consciente de escepticismo. Degustar la belleza de lo imposible nos consuela en cierto modo de su inexistencia, cuando muchos nos consideramos huérfanos de todas esas tutelas sobrenaturales que han acompañado los pasos de la humanidad desde los albores del tiempo. Si renunciamos a muletas podemos fortalecer nuestra musculatura, pero eso no acabará de inmediato con nuestra cojera. Tal vez hay, como apuntaba Llopis, un hueco psicológico creado por el pensamiento laico, ahí donde reposaba nuestra sed de prodigios y de protección, pero también el miedo a todo aquello que se agazapa en las sombras. Y ese hueco debe llenarse. ¿Cómo mejor que con una historia susurrada, a la manera del Cuento de invierno, de Shakespeare: «Había un hombre que vivía junto a un cementerio…»

Después de divagar tanto, permítanme una puntualización referente a la nomenclatura. Para ser disciplinados con el uso de las palabras no podemos hablar del fantástico como género literario, por más que hoy sea de uso común hablar de «literaturas de género», refiriéndose a la novela policiaca, romántica o del oeste, por citar algunas posibilidades. A fin de cuentas, el término «género», ya desde tiempos de Aristóteles, atendería más a una clasificación formal, dividiendo la producción literaria en novela, ensayo, teatro, poesía, etc. Cuando hablamos de fantástico nos estamos refiriendo, más bien, a una categoría estética que puede plasmarse en diferentes géneros, como puede hacerse con otras categorías: lo humorístico, lo heroico, lo trágico… Pero frente a los blindajes de los especialistas, la lengua la crean los hablantes y es tan extendido el uso del término «género fantástico» que sería acartonado oponerse a él, incluso podría resultar confuso, de modo que yo mismo no dudo en utilizarlo, aunque sea consciente del error.

Dicho esto, y después de cercar lo que se consideraría fantástico o no, excluyendo los textos religiosos, llega el momento de atreverse con una definición de lo que ha quedado dentro. Ahí va, sencilla, aventurada y abierta a correcciones: «Pieza artística que utiliza lo imposible como materia».

En toda literatura podemos encontrar historias en las que el lector, a través de los personajes, se ve enfrentado a situaciones o escenarios exóticos, singulares o improbables. La literatura fantástica nos aboca directamente a lo imposible, aun cuando el autor intente convertirlo en verosímil. Quizá yo no haya viajado jamás a Sumatra ni cometido un asesinato en la cámara cerrada de una mansión británica, pero cabe en lo posible que lo hiciera o, si no, alguno de mis congéneres. En cambio, nadie ha sido atacado por un vampiro o ha combatido con gigantes verdes en las llanuras de Marte y quien afirme haber vivido tales experiencias puede enfrentarse a serias dudas sobre su cordura—.

Siendo prosaicos cabría considerar cómo el ingenio humano malgasta sus energías en construir obras sobre tales absurdos; ya hemos sugerido que podría responder a una profunda necesidad psicológica, como la que nos impulsa a jugar o a construir fantasías compensatorias. Desde una mirada superficial puede parecernos improductiva la ofuscación del niño que se imagina general mientras conduce sus tropas de juguete, pero estoy seguro que es imprescindible para su salud mental y la formación de su carácter. El hombre necesita jugar y necesita fantasear. Incluso la literatura de naturalismo más aséptico requiere de un punto de fabulación y el viaje que para el lector supone introducirse en la psique de un personaje ajeno, por cercano que se encuentre a la realidad, puede resultar tan apasionante como las peripecias de Simbad.

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La literatura fantástica lleva esta singladura hacia lo extraño hasta el límite. Pero al mismo tiempo no amarra firmemente al mundo. Nada tan eficaz como la metáfora y la parábola para explicarnos las verdades esenciales. Podemos enfrentarnos a nuestra mortalidad e insignificancia con la célebre elegía de Manrique o gracias a las angustias de un cuento de fantasmas, los protagonistas condenados de una narración de Lovecraft o paseando por la decadente mansión de los Usher, en la historia de Poe. Lo imposible no es insustancial, es una visión poética, y por tanto trascendente, de la realidad, del mismo modo que la locura puede descarnar las convenciones e ideas prejuiciosas del esqueleto que nos sostiene. Lo dijo ese ilustre enajenado, Leopoldo María Panero, al describir la literatura y el arte como «el acto de poner en juego el sentido, una y otra vez, ritualmente, para defendernos así de la verdad». Y añadía: «Lo que equivale a decir que el arte es una apuesta con la locura, que sería la pérdida efectiva de ese sentido, es una partida de ajedrez con la locura».

La literatura fantástica, más que un paso adelante, es un salto con doble pirueta, que nos hace aterrizar en territorio desconocido y nos obliga a formular preguntas nuevas que requieren de respuestas tal vez inseguras pero apasionantes. Y el ser humano es un animal curioso por naturaleza. Si apenas es capaz de creer ya en dioses y demonios, puede construirse nuevos mitos que sacien su sed de maravillas, tallar así ídolos a los que imaginará llenos de vida. Que sean mera invención ya no es tan importante como la satisfacción que procuran. No hay mejor conseja que aquella que rebosa prodigios y debemos reconocer que, por mucho que nos disfracemos de seriedad, nunca dejamos de ser el niño que una vez fuimos.

¿Hay algún niño al que no le gusten los cuentos?

Sherlock Holmes de Baker Street (Sherlock Holmes Of Baker Street, 1962)

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Autor: William S. Baring-Gould

Colección: El Club Diógenes

Edita: Valdemar, Madrid, 1999

Pocos personajes ficticios literarios generan el nivel de fanatismo como lo hace Sherlock Holmes. Por más de cien años los lectores del personaje de Arthur Conan Doyle han leído con obsesión sus historias, tratando de darle un orden a ellas. Lo cual no es tan fácil porque Conan Doyle se despreocupaba bastante por la cronología interna de la serie. Este ejercicio de aficionados fue convirtiéndose en el paso del tiempo en lo que se conoce como The Game (El Juego), donde los sherlockianos han marcado las discrepancias entre ellas y buscan explicarlas, adjudicando las inconsistencias a la decisión del doctor Watson de engañar en detalles a los lectores para favorecer su privacidad y la de suamigo y la suya mientras, a su vez, poder contar sus aventuras.

Tal vez el producto más elaborado de este Juego sea esta biografía producida por uno de los sherlockianos más reconocidos. William S. Baring-Gould escribió esta biografía ficticia del detective más famoso de todos los tiempos con toda la seriedad que podría encarar la biografía de un personaje real. El resultado puede resultar o un ejercicio fascinante o una estupidez colosal, dependiendo de cómo valoren ustedes la idea. Personalmente yo entro en los que creen que esto es un ejercicio brillante, que , si lo leyera alguien que no supiera que es un personaje de ficción, creería que se habla de alguien que efectivamente existió. De hecho, este libro fue el modelo en que Philip J. Farmer se basó para crear sus biografías ficticias de Tarzan y Doc Savage y por ende, la creación de lo que se conoce como el Wold Newton Universe (ejercicio nerd de categoría uno, por cierto).

Desde ya, si ustedes son fans del personaje, les recomiendo que lo lean, así como si están interesados en ver como se aplican los recursos estilísticos de la biografía de no ficción en un personaje ficticio. Pero sino, es que les va a resultar muuuy nerd.

Cinco libros sobre… Hoy: Andrés Accorsi

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Una cosa que siempre me ha interesado son los libros sobre temas como los que tratamos aquí. Libros que historicen y/o critiquen a los comics, el cine, la literatura popular, etc. Libros que merecen una leída.

Pero, en vez de hacer mi propia lista, me parece mucho más interesante que algunas personas que respeto por sus conocimientos sobre uno de esos temas comenten ellos su elección personal de esos libros.

Así que empiezo con Andrés Accorsi. Para quien no lo conozca, Andrés lleva años dentro del mundillo de la historieta argentina, traduciendo las historietas de la DC que sacaba a inicios de la década de 1990 la editorial Perfil, dirigiendo en esa misma década la señera revista de información sobre comics argentina Comiqueando, siendo de la organización de eventos tan importantes como Comicópolis y manteniendo un sitio de reseñas sobre historietas, 365 Comics por Año, tan bueno que hace que pueda evitar de escribir algo así yo aquí.

Así que le pedí a Andrés que eligiera cinco libros sobre ocmics fundamentales y que explicara el por qué. Ahí abajo les dejo sus respuestas. ¡Gracias, Andrés!

No es fácil elegir cinco libros sobre comics, pero lo vamos a intentar.

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1) MANGA, MANGA, MANGA!

El gran libro de Frederick Schodt aparecido en 1979 abrió las puertas del comic japonés a especialistas y aficionados de todo el mundo occidental. Un trabajo completísimo, señero y revelador, luego complementado por una secuela maravillosa, el también indispensable Dreamland Japan.

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2) THE  COMIC BOOK HEROES

A principios de los ´80, Will Jacobs y Gerard Jones serializaron en la revista Amazing Heroes una historia completísima sobre el comic americano que se iniciaba a mediados de los ´50. La primera recopilación en libro salió en 1984 pero la segunda versión, la de 1996, es más abarcativa, más polémica y más sustanciosa.

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3) HISTORIETAS PARA SOBREVIVIENTES

Bien investigado, bien escrito y con un espectro amplísimo, este libro de Carlos Scolari publicado en 1999 se centra en las revoluciones que se pridujeron a lo largo de los ´80 en el comic argentino, japonés, norteamericano, francés, italiano, español y hasta en Rusia, un panorama hasta entonces bastante desconocido.

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4) HISTORIA DE LOS COMICS

Por su magnitud, por el nivel de sus colaboradores y por la época en que salió, es muy difícil dejar afuera esta obra publicada en forma de 48 fascículos coleccionables por Toutain. Tiene algunas inconsistencias y algunos baches, pero cuando apareció en 1983 fue una puerta de entrada importantísima.

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5) UNDERSTANDING COMICS

En 1992, el historietista Scott McCloud nos sorprendió con un comic que habla del comic. McCloud analiza la gramática del Noveno Arte, su funcionamiento, sus posibilidades, los desarrollos en distintas partes del mundo y muchos aspectos más con el rigor de un verdadero especialista y la onda y el talento de un gran artista.

Superhombres ibéricos

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Autor: Pedro Porcel

Edita: Edicions dePonent, Alicante, 2014

Si alguno de ustedes se ha topado con el blog El Desván del Abuelito, sabrán que es uno de los mejores lugares en Internerd para saber sobre la cultura popular del siglo XX producida y consumida en España (y que muchas veces ha interactuado con Sudamérica por cierto). Informativo, bien escrito y con investigación minuciosa, el blog que regente Pedro Porcel es una delicia. Que el Propio señor Porcel saque este libro me daba muchas expectativas. Que no me ha defraudado tras leerlo.

El libro se divide en cuatro secciones, dedicada cada uno a diferentes tipos de personajes que pueden calificar como superheroicos. La primera parte se dedica a hablar de los héroes y villanos del folletín y la novela pulp, personajes de antifaces y trajes elegantes que se enfrentan a trampas mortales  de las que salen con su ingenio y sus puños, los más obvios antecesores  del superhombre propiamente dicho.  En segundo lugar tenemos a los arquetipos de la ciencia ficción primigenia: el científico loco listo para arruinar al mundo con sus creaciones, el autómata a su servicio, los extraños laboratorios provistos de artefactos futuristas, etc. La siguiente parte se dedica a los personajes de mundos fantásticos que pulularon en las páginas de las historietas del siglo XX, que hoy podríamos definir de espada y brujería pero que no tenían tanta especificidad. Finalmente la última sección trata sobre los superhombres enmascarados que trajeron sus poderes a la historieta de la España franquista y Y DEMOCRCIA POSTERIOR.

Dentro de esos cuatro bloques, Porcel hace un exhaustivo recorrido por cada uno de los personajes adscrito a alguno de esos géneros producidos alguna vez en España. Historietas y autores olvidados por el tiempo aparecen con fuerza en el libro. Autores como J. Canellas Casals y Alfons Figueras son recatados y develados en detalle para el público no especifico (y también para el conocedor, que igualmente se asombrará de la variedad de lo publicado en todo este tiempo en la cultura pop española), autores que merecen el reconocimiento por sus contribuciones creativas.

Tal vez la principal crítica (y es una muy menor) es que el espacio dedicado a personajes o publicaciones salidas luego de la década de 1970 desciende bastante. Pero es una crítica menor para un libro que intenta recordar tanto en un espacio que es evidentemente limitado.

Yo tengo claro que, a la hora de investigar sobre personajes hispanos con calzones largos, habrá que ir inevitablemente a este libro. Lo recomiendo absolutamente.

De cómo nace una nación – Parte 1

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Justo por estas fechas estamos festejando el centenario del estreno de El nacimiento de una nación, la película de D.W. Griffith que fue el primer largometraje absolutamente exitoso del cine americano; una película clave en el desarrollo del lenguaje cinematográfico, sintetizando en su narración todos los recursos hallados hasta ese momento en las películas. Por supuesto, también es una de las películas mas racistas que se pueden ver, con el Ku Klux Klan como héroes y los negros convertidos en unos vagos, traidores, cobardes y violadores a los que hay que poner en cintura. Generalmente se obvia esto diciendo que era así como se pensaba en esos años. Y algo de eso hay. Pero no todo. Tras la historia de la película hay una campaña ideológica diseñada para protestar porque el gobierno federal de Estados Unidos se estaba metiendo en los estados del Sur para corregir la esclavitud encubierta de esos años.

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Trabajadores negros del Sur de USA

 

Tras la Guerra Civil, la esclavitud era algo oficialmente del pasado en Estados Unidos. Pero no se había secado la tinta de los decretos para que, en los estados del sur, los blancos empezaran a buscar la manera de dejar esto sin efecto. Así, poco a poco, con la pasiva complicidad de los americanos del Norte –que ya estaban cansados de esa pelea agotadora– fueron despojando de los derechos a los negros, estableciendo leyes que los segregaban y dejaban convertidos en ciudadanos de segunda orden (las famosas leyes Jim Crow). Una de ellas fue establecer que los trabajadores (negros obviamente) no podían dejar el trabajo por otro a menos que su patrón lo permitiera. Otra ley decía que aquellas personas (negras) que no podían demostrar un trabajo podían ser arrestadas por vagancia. Y también -y ahí está el detalle, que diría Cantinflas- que aquellos ciudadanos presos por algún delito menor (portar armas, piropear a una mujer blanca, jugar a los dados, etc) o infracción y no pudieran pagar la multa exigida, podían ser obligados a trabajar hasta que pagaran la multa… y el estaod podía entregarlos a privados que fiaran por adelantado dicha multa. Así el condenado debía trabajar para su fiador hasta devolver el importe.

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Prisioneros trabajando… seguramente para algún particular que los había «fiado»

Lo interesante era que los funcionarios encargados de imponer los pagos eran elegidos mas que nada por favores políticos y no cobraban sueldo fijo sino un porcentaje de las multas. Con lo que, a más arrestos, más ganaban. Por supuesto, eran todos blancos. Así que, si había algún empresario necesitado de mano de obra que le dijera “Necesito tantos trabajadores”, el funcionario se ponía a inventarle infracciones a cuanto pobre le cayera en el camino. Y la mayoría de los pobres eran negros que terminaban multados con sumas siderales para sus bolsillos (para hacerse la idea $25 dólares era algo así como tres meses de jornal promedio de un negro en esos años), con lo que temrinaban condenados a varios meses (o años) de trabajos forzados en campos o industrias, sometidos a condiciones inhumanas, apenas alimentados, y tratados muchas veces peor que antes de ser esclavo. Porque, cuando los negros eran esclavos, el dueño tenía que gastarse un pastón para comprarlos y no era cosa de andar destrozando el material. Pero aquí, al tener plazos cortos de usufructo, a los patrones les daba lo mismo como quedaran los comprados después. Total, no eran de su propiedad. Así que la brutalidad imperaba en todo momento. E intentar escaparse era garantía que te iban a echar los perros. Si te atrapaban, había un aumento de la pena y te iban a dar para que tuvieras. Ahora, eso sí, legalmente no eran esclavos: solo prisioneros. ¿Quejarse a la justicia? La justicia de los estados estaba en manos de justamente los tipos que los trataban mal y los tribunales del gobierno federal habían decidido que no tenían competencia en ese tipo de disputas. O sea, se lavaban las manos olímpicamente.

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Un «prisionero fugado» castigado.

Para comienzos del siglo XX esta situación estaba aceptada sin discutirse en los antiguos estados confederados. Parecía que nadie haría nada.

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Así vivían.

Y entonces llegó Theodore Roosevelt.

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Theodore Roosevelt, Da Man…

Roosevelt llegó un poco por casualidad a la Casa Blanca, como vicepresidente de William McKinley, un cargo que le dieron los grandes electores del partido republicano para que se dejara de joder con sus políticas progresistas. Pero como a McKinley se lo cargó un anarquista en un atentado, Roosevelt ascendió a la presidencia. Y decidió que era hora que el estado se pusiera a defender a los ciudadanos, tras décadas donde la injusticia social había estado a sus anchas en Estados Unidos. Para ello se enfrentaría a los grandes monopolios corporativos que controlaban la economía yanqui en esos años, trabajaría para conseguir mejores leyes laborales para los trabajadores, empezaría a proteger la naturaleza creando los primeros parques nacionales… y empezaría a revisar las condiciones de sujeción de los negros en el sur.

No es que Roosevelt fuera un hombre absolutamente progresista de por sí: de hecho él – como la mayoría de la intelectualidad occidental en esos años – creía en la idea de la superioridad natural del blanco sobre otras razas -como la negra- en términos intelectuales. Pero también consideraba que los negros también tenían, como ciudadanos de Estados Unidos, el mismo derecho a un trato justo que los demás ciudadanos. Para eso, una de sus primeras medidas que hizo fue invitar a la Casa Blanca a Booker T. Washington , antiguo esclavo y uno de los líderes más influyentes (y moderados) de los afroamericanos de esos años. Decir que a los blancos del Sur les cayó mal es como decir que el Papa tiene leves diferencias con la homosexualidad. Básicamente con ese gesto, Roosevelt se ganó la enemistad del Sur. Pero la cosa no quedaría ahí.

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El té de la discordia: Booker T. Washington y Roosevelt en la Casa Blanca

A Roosevelt le llegó el rumor de lo que ocurría con los trabajadores negros en el Sur y su sistema de esclavitud disfrazada de castigo legal. Mandó a agentes del Servicio Secreto a investigar. Con lo averiguado, más la perseverancia de un fiscal sureño empeñado en hacer justicia, y un juez que también consideraba que había que hacer las cosas correctamente, el gobierno federal empezó a montar juicios contra algunos de los personajes más ricos de la zona, acusándolos de retener contra su voluntad a los negros y someterlos a condiciones de esclavitud.

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Los diarios contando lo que se descubría en el juicio.

Y, si un gesto simbólico como que un líder negro tomara el té en la Casa Blanca hizo que arreciaran las críticas, que llevara adelante unos juicios que apuntaban a la línea de flotación económica de la recuperación del Sur (sin esos negros trabajando casi gratis, la economía sureña seguiría sin recuperarse de la catástrofe del a Guerra Civil) era garantía de escándalo mayor. La furia por los juicios se amplió a niveles insospechados. Las protestas ocurrieron en todo el Sur, la ola de linchamientos y disturbios fue aterradora (sobre todo para que los negros no atestiguaran) y tanto los diarios como los políticos e intelectuales sureños juraron y perjuraron que era una persecución contra la independencia del Sur. Incluso aseguraron que eso atentaba contra le orden natural de las cosas, y que solo apoyaban los juicios los “negros vagos”, no aquellos que eran respetuosos de la ley. Porque era obvio que si el negro conocía su lugar en el orden natural de las cosas nunca desafiaría a un blanco. Desde ya ese orden nunca implicaba mejorar las condiciones de vida de los afroamericanos. Este discurso encontró un propagandista natural en Thomas Dixon Jr, que se serviría de la literatura para justificar los puntos de vista de los blancos del Sur. Y, de paso, se convertiría en autor de dos de los best sellers más importantes de la literatura norteamericana de esos años.

 Continuará…

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NOTA AL PIE: Para saber con más detalle del regimen de esclavitud disfrazada y los juicios que hizo Roosevelt, indispensable leer «Slavery by Another Name» de Douglas Blackmon, que dió pie para hacer esta nota. También hay un documental basado en el libro. Vayan y compren el libro si pueden. Absolutamente recomendado